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La Galerna

·22 May 2025

Laporta y la secta

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Una secta es un grupo humano fuertemente jerarquizado en torno a un líder visionario que genera, alimenta y propaga una cosmovisión que es seguida ciegamente por sus adeptos. La secta suele tener un propósito explícito, pero el fin último puede ser simplemente un proyecto personal del líder (como la riqueza o la proyección social) que no siempre es evidente ni para los seguidores ni para quienes ven el fenómeno desde la distancia. La secta basa su éxito en la reafirmación colectiva de personas con baja autoestima o inseguridades patológicas alrededor de un mito o de una leyenda normalmente falsa o imaginaria.

El líder utiliza como método principal de control un conjunto de ideas recurrentes que implanta, alimenta y refuerza en el grupo. Ejemplo: pagamos por informes, buscábamos la neutralidad, el rival gana porque controla el sistema desde hace cien años, no hay pruebas de compra de árbitros, hemos ganado contra todo y contra todos, el Barca tiene una estrategia de no quejarse de los árbitros, no somos victimistas, etc. Los mensajes del líder germinan especialmente en personas infantilizadas o en individuos con problemas de percepción de la realidad, que convierten sus vidas en un apostolado absurdo.


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Los mensajes del líder germinan especialmente en personas infantilizadas o en individuos con problemas de percepción de la realidad, que convierten sus vidas en un apostolado absurdo

Podemos desarrollar lo anterior con una pregunta que resume y condensa la esencia del liderazgo: "¿vas a creerme a mí o lo que ves con tus propios ojos?". El culé elige creer. Le compensa. La doctrina es ignorar las anomalías estadísticas, las delirantes intervenciones del VAR, el conflicto de interés Mediapro-Barça Studios, las impúdicas declaraciones de Roures afirmando que una TV3 bajo su control (ojo: dinero público) financió los fichajes y sostuvo al Barcelona durante años. Prohibido pensar que las palancas fueron un fraude, o que los pagos sistemáticos del club a infinidad de medios, periodistas e influencers sólo buscan su ecuanimidad. Hay que quejarse cada día: cualquier crítica es falsa. Los hechos no existen. Sólo existe el relato oficial. Así vive el culé, en la fe en Laporta y en la hipocresía de su mundo imaginario.

Una secta necesita un líder carismático y autoritario. Nadie duda de que Laporta posee las dos cualidades en grado cum laude. Maneja los medios y la comunicación sin esfuerzo, desde su equipamiento genético de serie. Nunca se desvía del objetivo y carece de ética. Es el golfo español del Quijote y del Lazarillo de Tormes. Conoce la naturaleza humana y domina el arte del engaño. No ha emprendido negocio alguno que no haya terminado en los tribunales. No hay inversor al que no haya arruinado. Como diría el Gila detective al ver un cigarro mal apagado en la escena del crimen: "Aquí han fumao". El rastro de puros mal fumados y humeantes que Laporta ha ido dejando al lado de los cadáveres es inabarcable.

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Cerca de una barra o como relaciones públicas en cualquier garito de nivel, Laporta no tiene rival. Es el amigo que siempre invita a la penúltima, el hooligan que llora de emoción con solo mencionar el escudo. Todo el mundo le perdona su vida de truhán y sus negocios siempre turbios, porque cae bien y porque es muy culé. En el Barça se ha rodeado de familiares y de amigos para que nadie cuestione sus decisiones. Ha ido purgando de profesionales su junta directiva, porque ni con una pinza en la nariz habrían podido seguir formando parte de la huida inevitable hacia la venta del club.

Laporta no encuentra un auditor fuera del inframundo que le firme las mismas cuentas que un Tebas insensible al olor a mierda le acepta sin problemas. Y cuando no le es posible porque la mierda ya le llega hasta la cintura, aparece el Gobierno chapoteando en ella con sus botas de goma para legalizar la corrupción en un clic. La última que ha colado Tebas hace unas semanas, sin publicidad y tal vez por indicaciones de sus jefes (todo el mundo tiene un jefe), es la modificación de la normativa del Fair Play que permitirá a Laporta renovar a Lamine y hacer hasta tres fichajes, sin dinero. Beneficiará a todos los clubes arruinados, pero es una modificación ad hoc para el Barca. Cap problema, Jan.

Una pregunta que resume y condensa la esencia del liderazgo: "¿vas a creerme a mí o lo que ves con tus propios ojos?". El culé elige creer. Le compensa

Laporta sabe en qué país vive. Sabe que un buscavidas como él siempre encontrará una salida para dar esquinazo a la pasma, para desactivar las consecuencias de sus trapicheos. Se dará carpetazo a Negreira, como se le dio a la posibilidad de sanción deportiva del Barca, Albert Soler mediante; y si llega a hacer falta, el Gobierno en pleno saldrá al rescate cueste lo que cueste. A fin de cuentas, el fútbol es la gallina de los huevos de oro. Nadie se quedará sin sus huevos, con perdón.

Laporta ejerce el control sobre la masa social del Barça desde la falacia del pueblo oprimido: Més que un club. Mantener que el Barca es una organización corrupta llegará a ser calificado como un ataque a Cataluña. "Inaceptapla". Nadie se atreverá a enfrentar a semejante aparato político-mediático. El Barca es un partido político. La columna vertebral del nacionalismo independentista, para confusión del seguidor del club de fútbol.

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Victimismo en la derrota y victimismo en la victoria "contra todo y contra todos". Laporta no es bipolar (diagnosticado) ni esquizofrénico. Es listo, y su estrategia funciona. Yo lo llamo zombificación y es un mecanismo muy efectivo cuando se aplica sobre personas que encuentran consuelo en lo identitario. Funciona mejor cuanto menor es la densidad neuronal del receptor. Hasta Flick, una persona aparentemente inteligente, ha sucumbido. El encanto personal del president y saberse impune al amparo de un relato lastimero, perfeccionado en Cataluña durante siglos, tiene un arrastre imparable.

Laporta ejerce el control sobre la masa social del Barça desde la falacia del pueblo oprimido: Més que un club. Mantener que el Barca es una organización corrupta llegará a ser calificado como un ataque a Cataluña. "Inaceptapla". Nadie se atreverá a enfrentar a semejante aparato político-mediático

El culé tiene la certeza absoluta de estar en posesión de la razón. Llegar a "su razón" es sencillo: se trata de calcular aritméticamente lo opuesto a la realidad. El culé vive en un estado permanente de disonancia cognitiva: ante un saldo VAR de goles anulados esta liga de +7 Barcelona y -12 Real Madrid, asume la infalibilidad del VAR (manejado por Mediapro) como una suerte de dictamen sobrenatural. El dato se explica de mil maneras, aunque no tenga lógica. Cuando buscamos entender por analogía con las competiciones internacionales, la cosa empeora: el saldo arbitral de expulsiones UEFA entre 2004 y 2018 fue de +11 para el Real Madrid y +16 para el Barcelona. Si regresamos a la Mugrienta Liga Negreira, mismo periodo, la cosa queda así: Real Madrid -16, Barcelona +71. Miau (onomatopeya para gato encerrado). La explicación de la secta será cualquier argumento ridículo, irracional, inmaterial.

En el imaginario culé todo lo propio es el bien, todo lo ajeno es el mal. La inspiración en los principios de Goebbels para una propaganda efectiva siguen vigentes. Así, la Masía de Benaiges es excelencia. El comportamiento macarra y la burla de Gavi, de Fermín, de Pedri, de Lamine, es amor a los colores o el impulso incontenible pero siempre disculpable de la juventud. Valors, incluso. La estelada ondeada por Iñigo Martínez en una celebración deportiva es un compromiso con la causa (política) del Barça. El mimetismo de deporte y política es el ADN del club, para confusión de sus seguidores globales y para éxtasis del charnego independentista.

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Hasta ahora, sólo le conocíamos a Laporta intermediarios de medio pelo con los que era imposible trincar más de un puñado de euros. Ha aprendido. Y no quiere volver a mirar la cuenta del banco rascándose la cabeza. El superagente Mendes es parte de este Barça, del plan. No es casualidad que represente a Lamine Yamal. Se ha convertido en un asesor de máxima confianza y tiene un instinto sobrenatural para hacer dinero. Justo lo que Laporta necesita. Es el socio ideal para vender el club por petrodólares cuando Jan consiga convencer a los culés de que es el precio que ha habido que pagar por retener a Lamine, para fichar sin dinero, para aspirar a la Champions, para remodelar el vetusto Camp Nou.

De momento, pese a las palancas, no ha entrado dinero nuevo al club, la deuda sigue creciendo y sin embargo el dinero fluye... ¿un milagro de gestión económica habiendo despedido a los ejecutivos que pedían austeridad? Claro que no... es el vértigo del vividor que va tirando pidiéndole dinero prestado al futuro. Cuando llegue la hora de saldar cuentas, los culés entregarán el club sin resistencia, porque en 24 horas encontrarán un culpable exterior para victimizarse (Florentino cotiza por encima del 90 %; Tebas, por el resto) mientras siguen comiendo perdices en su Narnia mental. Ni se les pasará por la cabeza que Laporta tuvo algo que ver, aunque se le vea más moreno (!), más joven, aunque le compre el yate Eclipse a Roman Abramovich o la casa del lago Washington a Bill Gates.

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