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Afición Deportiva

·30 December 2024

La revalorización de la identidad propia

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El RC Celta pone fin a un 2024 en que la gestión institucional, la defensa del producto local y el acercamiento a la afición han devuelto el club al celtismo

2024 ha sido mucho más que cincuenta partidos para el corazón de los celtistas. Ha sido un trepidante cuento que comenzó con la incertidumbre por los cambios en la presidencia y dirección deportiva y la rabia por el inminente descenso, pero que no tardó el dar un giro de guion. Los talentos de la casa fueron los encargados de recoger el testigo de Rafa Benítez y, no solo certificaron la permanencia, sino que recobraron la ilusión de una afición que parecía estar alejada de su club. La novela, con Claudio Giráldez, Marco Garcés y Marián Mouriño como escritores, fue un éxito de ventas en la hinchada céltica, que ya mira al 2025 deseosa de éxitos.


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Aliento fugaz de esperanza y cruz definitiva

El año tuvo un arranque soberbio para un RC Celta comandado, en aquellas fechas, por Rafa Benítez. El madrileño, muy criticado, no solo esquivó el tercer strike con una victoria sobre la hora ante el Real Betis (2-1), sino que trajo de nuevo la Copa del Rey, esa competición tan querida como odiada en Vigo, a Balaídos. La histórica fijación por la Copa aparcó, por momentos, las diferencias con el técnico y despertó la locura copera en el celtismo.

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Los futbolistas del RC Celta celebra un gol en Mestalla, partido de octavos de final de Copa del Rey, el 17 de enero de 2024 (‘X’ del RC Celta / @RCCelta)

A Débeda no se saldó ante la Real Sociedad (1-2), sin embargo, el mayor perjudicado de la eliminación no fue la afición, fue el entrenador. Las voces de sus defensores se diluyeron entre los fervientes gritos de sus detractores pidiendo su destitución. Sin duda, la decepcionante noche del 23 de enero fue la ‘sentencia de muerte’ de Rafa Benítez.

Caída en picado y una valiente apuesta

Despiertos del sueño de la Copa, la plantilla tuvo que hacer de tripas corazón e intentar levantar la negativa situación en Liga. El shock, aparentemente, hizo despertar a los celestes con una importante victoria fuera de casa ante el CA Osasuna (0-3), no obstante, y de nuevo, todo quedó en un espejismo. El triunfo ante los rojillos precedió a tres duelos que dejaron bajo mínimos la poca paciencia restante de la afición y la directiva. Ante el Getafe CF, el FC Barcelona y el Cádiz CF se perdieron varios puntos en el tramo final con una propuesta de juego poco arriesgada, que, si bien es cierto, anteponía el resultado al estilo de juego vistoso, no lograba ni una cosa ni la otra.

La victoria por la mínima contra un desahuciada UD Almería (1-0) indultó a un Rafa Benítez con pie y medio fuera. Hubo que esperar hasta la debacle del Bernabéu (4-0) para que la directiva, influida por el descontento de la primera plantilla, le comunicase su despido en el 12 de marzo. El entrenador de renombre que Marián había contratado para la temporada del centenario terminó siendo una ruina en el césped y los despachos, pues su elevada ficha y finiquito castigaron las arcas del RC Celta. «Un entrenador con posibilidades de salvar al equipo y con suficiente conocimiento del grupo a falta de diez jornadas«, ese era el perfil buscado. La máxima responsable del conjunto vigués, en una acción llena de afouteza, se arriesgó y dio la oportunidad a un hombre de la casa, glorificado en el fútbol infantil y doctorado cum laude con el filial, Claudio Giráldez.

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Giráldez se presenta al vestuario en la ciudad deportiva el 13 de marzo de 2024 (‘X’ del RC Celta / @RCCelta)

Una comunión inquebrantable, clave del progreso

La llegada del porriñés marcó un punto de inflexión en el presente y futuro de la institución. No solo por su propuesta arriesgada de juego, marcada por el uso de carrileros, la presión alta y la defensa adelantada, sino por todo lo extradeportivo que trajo consigo. Los canteranos, desterrados con su antecesor, fueron los primeros en los que Giráldez depositó toda su confianza, sin importar la edad o experiencia previa en el fútbol profesional, y les dio la alternativa. Una política que logró, no solo los resultados buscados en los terrenos de juego, sino que, conectó de nuevo al equipo con la grada. Desde Eduardo Berizzo, recordado como un héroe en Balaídos, no existe un vínculo tan fuerte entre el banquillo y los hinchas, y Claudio lo consiguió en un contexto muy diferente.

Los números en las ‘diez finales’, pese a asegurar una nueva campaña en la élite del fútbol español, fueron lo de menos. El louriñés era la pieza que necesitaba el Celta de Vigo para cambiar una situación de varios años en que el trato a los jugadores criados en A Madroa y a los aficionados no estaba a la altura de la entidad. La remontada contra el Sevilla CF (1-2) en su puesta de largo, el recital de Iago Aspas ante la UD Las Palmas (4-1) o el emocionante choque con el Athletic Club (2-1) son algunas de las alegrías logradas en esos dos meses y que sentaron las bases de un nuevo comienzo para agosto.

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Claudio Giráldez abraza a Iago Aspas tras ganar en su debut en el Sánchez Pizjuán el 17 de marzo de 2024 (‘X’ del RC Celta / @RCCelta)

Pocas bienvenidas y abundantes despedidas

Al concluir la temporada regular, Marco Garcés ofreció una rueda de prensa donde trazó la hoja de ruta para ese mercado de fichajes. «Tres porteros y dos futbolistas por demarcación. Una plantilla de dieciocho jugadores y cinco jóvenes de la casa», esas fueron las palabras que pronunció el mexicano aquella mañana de mayo. Se presentaba ante él el primer gran reto como director deportivo céltico, cumplir con la renacida filosofía de cantera y con las expectativas de la afición.

El verano se saldó como un capítulo de pocas llegadas y muchas salidas (trece futbolistas), tal y como se planeaba ante la larga plantilla existente. Borja Iglesias, Ilaix Moriba y Marcos Alonso fueron las apuestas del club, junto al ascenso definitivo de Carlos Domínguez, Hugo Álvarez, Sotelo, Damián y Javi Rodríguez. Junto a ellos, Alfon González, Pablo Durán y Sergio Carreira, que ni los más optimistas apostaban por su continuidad, también se quedaron por orden explícita de Claudio Giráldez.

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Hugo Álvarez, Durán, Damián y Carlos Domínguez festejan su «ascenso» el 21 de julio de 2024 (‘X’ del RC Celta / @RCCelta)

Los pensamientos, producto de las decepciones de las últimas temporadas, no eran los mejores antes del comienzo de la competición. El cambio de Larsen por Borja Iglesias no convencía de primeras, y la llegada de Ilaix Moriba, afamado por su temperamento, levantaba muchas dudas sobre la gestión del mercado. Bastó con una jornada para saber de la valía de la nueva plantilla, y sobre todo, del extraordinario trabajo realizado por Garcés.

Juego y equipo de autor

Es complicado, e ingrato con toda la estructura de club, hablar de un único responsable del cambio de mentalidad impulsado, pero sin duda, el nombre de Claudio Giráldez destaca sobre los demás. Cambió el derrotismo y desilusión habituales por un pensamiento ambicioso, valiente y soñador. El técnico céltico, pese a huir humildemente del foco mediático, era la pieza necesaria para que los valores del RC CeltaAfouteza, Corazón, Orgullo y Tradición- conquistasen de nuevo a jugadores, categorías inferiores, directivos y abonados.

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Giráldez saluda a la grada el 5 de mayo de 2024 (‘X’ del RC Celta / @RCCelta)

En la faceta más analítica del juego ha mostrado sus ideales atrevidos, dando un vuelco completo al sistema de juego de su predecesor. Cuán grande ha sido su impacto que desde los altos cargos del club reformaron la forma de juego de la cantera para que desde bien pequeños practiquen el ‘fútbol de Giráldez’. Un fútbol sin complejos en que todos los integrantes son importantes independientemente de cualquier etiqueta, en el que el aprendizaje y crecimiento son constantes y en el que no existe rival que se afronte con temor.

El cambio y la mejoría son innegables, pero hay matices que todavía se deben pulir en Afouteza. Claudio es el primero en reconocerlo. Sabe que las derrotas sistemáticas lejos de casa y la falta de picardía en muchos momentos están alejando las aspiraciones europeas. La ineficacia a domicilio solo se revierte con el entrenamiento y el refuerzo de las sinergias grupales. En cambio, la astucia no es algo que se pueda entrenar, es una condición que solo la veteranía y experiencia te conceden, y si confías en ‘los niños’ vas a tener que convivir con ese fútbol que no se enseña en las escuelas.

Diplomática, decidida y agradecida

Este 12 de diciembre, Marián Mouriño cumplió un año al frente del equipo, fecha idónea para ver cómo había germinado la semilla del cambio que la presidenta plantó el día de su llegada. No eran pocas las críticas cuando asumió el cargo de manos de su padre, Carlos Mouriño, en aquella Junta de Accionistas de 2023. Desde la eliminación europea en 2017, la actitud del presidente estuvo marcada por la hostilidad institucional, la confrontación con varios talentos forjados en A Madroa y la relegación del celtismo a un papel secundario. Los aficionados veían en el traspaso de poder la perpetuación de esas políticas, sin embargo, fue todo lo contrario.

Desde sus primeras declaraciones ante los medios, Marián Mouriño quiso firmar las paces con el Concello de Vigo y enterrar el hacha de guerra entre su padre y el alcalde. La mejor prueba de ese cambio en las relaciones se ve en el palco del estadio, donde Abel Caballero acude cada fin de semana, una imagen poco habitual en los años anteriores.

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Marián Mouriño y Abel Caballero, en un acto el 25 de noviembre de 2024 (‘X’ de la presidenta del RC Celta / @mmourino)

La concordia con el ayuntamiento no fue su único éxito del 2024. Sin duda, su mayor triunfo es la escucha activa del celtismo. Un aspecto bastante abstracto, pero que engloba todos los acercamientos del equipo a su gente (véanse los entrenamientos a puerta abierta en fechas señaladas), la creación de un equipo femenino (reclamado por millares del celtistas de hacía mucho tiempo) o el agradecimiento a la afición en todo acto público que ha participado hasta la fecha.

Volver a enorgullecerse

Restan pocas horas para que la historia llegue a su fin, por lo que como en todo cuento, es la hora de extraer una moraleja. «El Celta de Vigo ha vuelto a conectar con su idiosincrasia y ha sentado los cimientos del futuro en ella», esa es la enseñanza del 2024.

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