La Galerna
·20 January 2025
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Hoy he imaginado una historia curiosa, totalmente inventada. La voy a contar.
Juan Lawindow es el presidente de una grande y lejana corporación denominada Far S.A. El señor Lawindow acostumbra a rodearse de tipos relacionados con mafias de otros países que han pasado años en la cárcel por delitos como el narcotráfico. O de magnates del porno caídos en desgracia, con problemas judiciales en EEUU, que además de junto a él hacen negocios con otros narcotraficantes que también terminaron en prisión y que presumen de dar consejos a los capos de la delincuencia europea.
La relación de Juan Lawindow con el porno es jugosa, pues además de dirigir Far S.A., regenta un bufete cuyos principales clientes forman parte de esta industria, tan digna como cualquier otra, por otra parte. Se comenta que él mismo tiene relaciones sentimentales con varias mujeres que trabajan en este mundillo. Incluso el despacho de su bufete es sede social de varias empresas dedicadas a la pornografía en internet.
Al parecer, no es extraño que contrate a alguna de sus parejas para ejercer labores administrativas en Far S.A., aunque en ocasiones varias de ellas coincidan y protagonicen episodios poco gratificantes en las oficinas de la corporación. También asalaria a la esposa de uno de los tipos condenado por narcotráfico con quien se relaciona. Algunas malas lenguas aseguran que entre ambos la relación va más allá de lo laboral, cuestión que solo es de la incumbencia de los involucrados, si bien estas situaciones ayudan poco a la salud del matrimonio de Juan.
Lawindow, cuando es nombrado presidente de Far S.A., observa que el mecanismo mediante el cual la corporación consigue sustanciosos contratos está engrasado. La empresa abona una cantidad económica no desdeñable al vicepresidente del órgano de contratación. En la entidad hay facturas emitidas durante el mandato del anterior presidente, aunque, según los más viejos del lugar, se trata de una práctica habitual desde hace varios lustros.
Juan Lawindow fomenta esta colaboración y parece estar muy satisfecho con ella, porque cuatriplica los emolumentos abonados por Far S.A. al vicepresidente del órgano de contratación, quien emite facturas a la corporación con conceptos como «Asesoramiento informes adjudicaciones correspondiente al mes de…», si bien nadie tiene conocimiento de la existencia de dichos informes. Pero lo que es innegable es que una y otra vez la empresa es agraciada con la concesión de contratos muy rentables.
Cuando Far S.A. atraviesa momentos convulsos y el futuro del presidente depende, en cierto modo, de la justicia, se contrata una empresa de detectives para que realice seguimientos e indague en la vida personal y en el patrimonio del juez asignado al caso. También se espía a ejecutivos y otros trabajadores de la propia corporación.
Aunque supera numerosos escollos, el mandato de Juan llega a su fin y el ya expresidente sigue dedicándose a sus negocios, entre los que se encuentran los financieros, a través de empresas como CBS S.L., cuyo consejero delegado, John Oil, es quien fuera director general de Far S.A. durante la presidencia de Lawindow. Entre otras cosas, se dedican a gestionar fortunas en busca de un buen rendimiento económico.
Once años después de su salida de Far S.A., Juan Lawindow vuelve a ser nombrado presidente de la corporación. Un mes antes, el fisco informa a Far S.A. que le está investigando y solicita al vicepresidente del órgano de contratación las facturas abonadas por la empresa para estudiar si han incurrido en delito de corrupción o de otro tipo. Un mes después de alcanzar por segunda vez la presidencia, Lawindow entra a formar parte del organismo de control del órgano de contratación. Tres meses después, ese organismo de control modifica su código ético y elimina las sanciones por corrupción.
Cuando Lawindow accede a su segundo mandato, uno de los principales ejecutivos de Far S.A., Robert Lunar, quien también estaba al tanto de los mencionados pagos, abandona la empresa con destino a un puesto en el Gobierno de la nación, donde impulsa una ley que permite la prescripción de los presuntos delitos en los que habría incurrido Far S.A. por haber pagado al número dos del órgano de contratación.
Dos años después, sale a la luz el escándalo: Far S.A. pagó durante como mínimo 17 años al menos 8,4 millones de euros al vicepresidente del órgano de contratación. Todos los responsables de organismos e instituciones implicados se apresuran a declarar que, aunque éticamente es reprobable, los presuntos delitos están prescritos. El vicepresidente del órgano de contratación afirma que le pagaban para asegurar que todo fuera neutral. El presidente de la entidad se demora varios meses en ofrecer explicaciones públicas y cuando lo hace no convence a nadie. Sin embargo, pasa el tiempo y ni Far S.A. ni ninguno de los implicados en el caso reciben sanción alguna.
El vicepresidente del órgano de contratación ya no emite facturas a Far S.A., sin embargo, se le siguen adjudicando contratos con una condiciones más ventajosas que al resto de empresas participantes. Los medios de comunicación no ven problema alguno y cargan las tintas contra la principal empresa rival de Far S.A., a pesar de que no encuentran en su funcionamiento ningún indicio de mala praxis.
Con Lawindow en la presidencia, las comisiones sustanciosas a intermediarios son habituales en cada contrato que se rubrica o renueva. No pocas firmas de prestigio rechazan colaborar con Far S.A. debido a estas condiciones. Los ejecutivos más importantes de la entidad dimiten de manera recurrente, dejando a Juan y a varios colaboradores comisionistas al frente de la corporación. Desde su llegada a la presidencia de Far S.A., Lawindow experimenta un incremento patrimonial considerable.
El comportamiento y el aspecto de Juan Lawindow no dejan de empeorar y las cámaras lo graban protagonizando episodios bochornosos que él mismo desmiente pese a la existencia de imágenes y testigos. En esa etapa de su vida es llamado a declarar a un juzgado en condición de investigado. Una familia que ganó el pleno al 15 de una quiniela acusa a CBS S.L., vinculada con Lawindow, de estafarles varios millones de euros. Es la cuarta querella presentada contra la empresa por este motivo.
El consejero delegado de CBS S.L., como se ha dicho antes, es John Oil, director general de Far S.A. en la primera etapa de Lawindow al frente de la entidad. Juan es tanto socio de CBS S.L. como administrador solidario de Tienda Principal S.L., sociedad que controla a su vez a la compañía acusada de estafa.
A pesar de su condición societaria y de su vínculo con la empresa denunciada, ante el juez, Lawindow se desmarca de la estafa, afirma que habla muy poco con John Oil y que no ha tenido prácticamente contacto con él desde la denuncia que inició el proceso.
Al salir de los juzgados, los periodistas no preguntan a Lawindow por lo ocurrido en sede judicial, por la presunta estafa, sino por la última decisión del órgano de contratación. Juan aprovecha la ocasión para tildar de vergüenza el proceso de arbitraje mediante el cual fue adjudicado el último contrato a Far S.A. y considera un escándalo que no recoja todas y cada una de las exigencias de la corporación, a pesar de que el órgano de contratación —donde siguen los herederos del vicepresidente a quien él había cuadruplicado el sueldo— pasó por alto condiciones que lo beneficiaron frente a sus competidores.
Y esta es la historia de Juan Lawindow, presidente de Far S.A. No sé por qué, pero se me ha ocurrido al ver hoy a Laporta salir de los juzgados.
Ha acudido allí acusado de estafar millones de euros a una familia que, tras ganar la lotería, había depositado su confianza y confiando su dinero a una de las empresas vinculadas con él.
Al salir de los juzgados, los periodistas no preguntan a Laporta por lo ocurrido en sede judicial, por la presunta estafa, sino por el arbitraje. Jan aprovecha la ocasión para tildar de vergüenza lo del arbitraje en Getafe, y considera un escándalo que no se pitara el penalti a Koundé, a pesar de que el árbitro —subordinado de un CTA donde siguen los herederos del vicepresidente a quien él había cuadruplicado el sueldo— pasó por alto varias acciones que beneficiaron al Barça frente a su rival.
Imágenes: Grok