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La Galerna

·9 May 2024

Joselu y la zona de promesas

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El título de este texto pertenece a una canción de Soda Stéreo, una banda que significa mucho para nosotros los latinoamericanos y quizá poco para los españoles. Es apenas una excusa a propósito de lo que sucedió ayer. Porque en ese concepto pensé cuando vi a Joselu celebrar su segundo gol y sentir que estaba viviendo un deja vú. Pensé en una foto que encontré minutos después, suelta por mi feed de twitter.

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Vista con los ojos de ayer miércoles, la foto parecía irreal, creada quizás tras un par de órdenes a la Chat GPT: Joselu grita un gol enfundado en la camiseta de la Liga de los Récords de Mourinho, mientras Mesut Özil corre detrás de él para felicitarlo. Luego, veo un video: año 2011, centro de Cristiano y gol de Joselu. Sí, hombre, he escuchado esta historia desde que empezó el año, pero ¿y lo de ayer? Es que todo parece hasta poco verosímil.


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La historia de Joselu es decididamente folk. Es el viaje del héroe, el delantero que salió de su casa blanca sin que casi nadie lo notara. El ‘Newcastle flop’ como todavía algunos escriben, el joven que hace apenas 9 años recorría los campos gélidos y desolados de Stoke buscando su camino, de Frankfurt a Cornellá. Un journeyman de la Fábrica -uno más- que fue a ganarse la vida a otros campos menos glamorosos, con chance casi nula de volver a su casa.

Vamos por el cuarto párrafo y quizás se pregunte usted qué quiero decir con lo de ‘zona de promesas’. Permítaseme exponer mi tesis: sé que el Bernabéu es sobrenatural, pero lo esotérico en realidad no es lo mío. Los dos goles de Joselu son el resultado directo del esfuerzo de alguien que se ha preparado toda su vida para este momento, incluso si parecía que nunca llegaría y mientras tanto se ocupaba de otras cosas, porque la vida también es todo lo que hacemos mientras nos preparamos para cumplir los sueños, por si justo se nos ponen a tiro. No se puede explicar de otra forma y a la vez es muy explicable. Lo de Joselu no es magia.

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‘Lo mejor de la vida es que es posibilidad; pero no hay posibilidad sin voluntad’, me dijo alguna vez un amigo muy sabio. Joselu descendió el año pasado con el Espanyol y firmó por el Madrid mientras el Madrid esperaba a un chico de Francia. Su rendimiento este año ha sido de ganga de Football Manager: ha marcado 15 goles y participado en 42 partidos tras llegar al Madrid sin que la enorme mayoría recordase aún aquella foto y ese video de hace más de diez años. Después de muchos abriles con delanteros anodinos, tristones y hastiados, Joselu apareció este año casi como un error en la matriz, como una suerte de deja vu de algo que no tenemos muy claro qué es, porque los deja vu son así. Apareció como Sixto Rodríguez, el hombre que había grabado un disco en los años 60 y cerca de los 80, después de décadas trabajando como pintor, se enteró de que el mundo adoraba sus canciones. Los dos goles de Joselu son el resultado directo del esfuerzo de alguien que se ha preparado toda su vida para este momento, incluso si parecía que nunca llegaría y mientras tanto se ocupaba de otras cosas, porque la vida también es todo lo que hacemos mientras nos preparamos para cumplir los sueños, por si justo se nos ponen a tiro. ¿Y si el ‘nueve’ de recambio que hace años necesitábamos era este muchacho, regresado casi de casualidad y que cada vez que entra deja la sensación de que algo grande va a pasar?

Los dos goles de Joselu son el resultado directo del esfuerzo de alguien que se ha preparado toda su vida para este momento, incluso si parecía que nunca llegaría y mientras tanto se ocupaba de otras cosas, porque la vida también es todo lo que hacemos mientras nos preparamos para cumplir los sueños, por si justo se nos ponen a tiro

Esta tarde, en Montevideo, mi cerebro conectó esa foto y ese video de aquel viejo gol de Joselu con este arco del Bernabéu, este Manuel Neuer vencido y este 2024: el Santiago Bernabéu es la zona de promesas. Quienes van, seguramente asisten para estar más cerca de aquellos que cumplen sus sueños en la cancha vistiendo la camiseta más gloriosa de la historia del deporte mundial. Quienes asistimos desde miles de kilómetros, pensando en el día en que podamos celebrar un gol del Madrid en vivo, abrazando a algún amigo querido o a varios, sentimos exactamente lo mismo.

Creo que muchos somos del Madrid ante todo porque, como nada en este mundo, este club nos conecta con la sensación de posibilidad, con la convicción de que los sueños están ahí, esperándonos, sin cansarse nunca de nosotros y sin renunciar a nosotros. Yo sé que es difícil en estos tiempos recordar esos sueños cuando los jefes no nos valoran, los niños crecen y ya no les parecemos tan geniales o la vida se las arregla para que nos caiga un gol de la forma menos pensada (por ejemplo, con un lateral con su pierna mala). Pero yo le quiero decir es que ayer Joselu marcó dos goles en la zona de promesas, en ese el lugar al que seguramente nunca pensó volver enfundado en la camiseta con la que dos años atrás asistió como un hincha más a ver a su equipo ganar la Champions League.

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Joselu, el único ‘nueve’ puro de este Madrid, ha cumplido sobradamente con la soltura de alguien a quien la vida le ha asignado un bonus track y con la responsabilidad de estar ante el sueño de su vida. Insisto: a los sueños no se los encuentra uno de casualidad, pero hay que estar preparado siempre para que, ante la chance, uno mismo pueda hacerlos realidad.

Joselu apareció este año casi como un error en la matriz, como una suerte de deja vu de algo que no tenemos muy claro qué es, porque los deja vu son así. Apareció como Sixto Rodríguez, el hombre que había grabado un disco en los años 60 y cerca de los 80, después de décadas trabajando como pintor, se enteró de que el mundo adoraba sus canciones

I’m working on a dream’, canta Bruce Springsteen en uno de sus álbumes menos recordados, un precioso álbum que lleva el nombre de esa canción, editado en 2009. Es un disco que a veces escucho para no olvidarme de las cosas que me ayudan a seguir; porque no sé a usted, pero a estas alturas de la vida a mí me pasa que me suelo olvidar fácil de cuáles son mis sueños. Esto también viene a cuento de que ayer pensaba en ‘La Sociedad del Espectáculo’ de Guy Debord y en el concepto de mímesis, que sugiere de algún modo que hay artistas que nos conmueven porque nos hacen sentir que su peripecia es la nuestra. Después de ver a Joselu ayer y de pensar cuántas veces mis ídolos madridistas me hicieron sentir igual, apagué el televisor pensando en cuáles son mis sueños. Y entonces se me cruzaron Bruce, Joselu y Gustavo Cerati, el cantante de Soda Stéreo. El que escribió que tarda en llegar y al final hay recompensa en la zona de promesas. Es que siempre hay una.

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