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Regate Femenino

·3 May 2024

Italia, la primera excepción a la norma

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Años 70 y el fútbol seguía considerándose un deporte “poco apropiado para las mujeres”, pero Italia, rebelde e histórica, empezó por ser la primera excepción a la norma

Año 1970 y después de cinco décadas de prohibición, el fútbol femenino volvió a ser aceptado por parte de las instituciones en países como Inglaterra o Alemania. Pero para entender el porqué de su prohibición, antes debemos remontarnos a 1921, cuando después de la Primera Guerra Mundial, la federación inglesa restingió a los clubes ceder sus estadios a las mujeres. En aquel entonces lo que pasaba en Inglaterra se convertía en la vertiente del resto de Europa, especialmente a nivel futbolístico. Hasta la fecha de aquellos años 20’ el fútbol femenino crecía con cifras de hasta 53.000 personas o 25. 000 en partidos internacionales, ahora bien, ¿cómo fue el renacer del fútbol femenino?

¿Nacimiento o renacimiento?

Igual que el renacimiento en la Italia del S.XIV marcó un antes y un después en la cultura clásica, el fútbol femenino nos dejó un Mundial para la historia. El primero de todos. También conocido como el de Martini & Rosso, que hacía renacer el fútbol femenino de la mano de Italia. En este caso nos remontamos a 1970 con el primer ‘Mundialito’ de fútbol femenino, obviamente no reconocido por la FIFA, pero sí por las masas que rodeaban en aquel momento a Dinamarca, Inglaterra, Alemania Occidental, México, Austria, Suiza y la propia Italia.


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Dinamarca celebra el título de campeona del Mundo en San Siro, Italia.

Aunque el Mundial no empezó de la mejor manera con Checoslovaquia quedando sin participar por problemas en la frontera o con España rechazando la invitación a la cita mundialista, la anfitriona, Italia, que había fundado un año antes su primera liga femenina, mantuvo una apuesta convincente y trasladó la final de aquel mundial de 1970 al emblemático San Siro. En aquel partido en Milán, fue Dinamarca quien se impuso a las anfitrionas por 2-1 ante 35.000 espectadores. Después de casi 50 años el fútbol femenino volvió a poner la primera piedra en la construcción de un deporte de masas como ya lo había hecho a principios del S.XX.

Una primera vez no podía ser perfecta, por lo que la dejaremos en anecdótica: antes de la final, el equipo danés vivió un robo en su hotel de concentración y se quedaron sin las camisetas y todo tipo de material deportivo por lo que acabaron jugando aquella final con camisetas prestadas del AC Milán.

El Mundial Martini y Rosso

La conocida marca de vermú, Martini & Rosso, puso la primera piedra del primer Mundial. Era inviable que hasta ocho federaciones se hicieran cargo de los costes de sus equipos en un fútbol femenino totalmente abstracto en aquella época. Por ello, la marca italiana asumió unos costes como patrocinadora principal, que iban desde desplazamiento, hasta hoteles, y se pudo empezar a construir la historia de los mundiales femenino.

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Presentación del Mundial Femenino de Italia 1970 por Martini & Rosso.

La experiencia de aquel primer Mundial dejó latente en los inversores y la gente la llama por el fútbol femenino, para acabar disputando la misma competición al año siguiente, 1971, en México. Aunque aquella edición tampoco fue reconocida como oficial, también pasó a la historia después de una final memorable en el estadio Azteca. Una historia que, aunque ya hemos contado en La otra Argentina olvidada, se nos hace imposible olvidar.

No era pop, pero son estrellas de los 70

35.000 pasiones no se movieron de cualquier forma aquel 15 de Julio de 1970 en San Siro, hubo unas protagonistas, una apuesta traducida a jugadoras que se convertían en los primeros traspasos del fútbol femenino. Sue Lopez y Dot Casell fueron las estrellas inglesas en aquel primer Mundial, ambas jugadoras del Southampton W.F.C. Un año después, recibirían la llamada del CF Roma. En el caso de Lopez, se convirtió en la primera jugadora semi-profesional de la historia.

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Equipo de Sue Lopez y Dot Cassell antes de ir a Italia. Página Web Oficial Southampton.

Anne O’Brien y Edna Sellos también se sumaron a la tendencia que empezaba a generar el fútbol femenino italiano, una especie de súper liga que seguía aprovechando la inyección económica del Martini & Rosso para atraer talento, en este caso las internacionales por Irlanda y Escocia respectivamente, acabaron fichando por Lazio y posteriormente ACF Milán.

Otro de los talentos de la época, la escocesa Rose Reilly, decidió ir un paso más allá y no solamente cambió de club, también de país o de nacionalidad mejor dicho. Todo se remonta a la sanción que le impuso la federación de Escocia junto a la ya nombrada Sellos por motivo de las protestas tras el poco apoyo que recibía el fútbol femenino por parte de las instituciones. Sin poder jugar para su país, Rose Reilly decidió fichar por el ACF Milán y cambiar su nacionalidad a italiana para jugar como internacional en el país transalpino. La italo-escocesa es todo uno de los emblemas de la época, ganó dos ‘Scudettos’, además marcó un antes y un después volviendo a Reims en 1974 para jugar como profesional.

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Rose Reilly con su pasaporte nacionalizado de Italia.

Hizo grande al país siendo MVP de la selección en 1984 y mostró una enorme capacidad de resiliencia llegando a jugar hasta los 40 años. Además fue la primera jugadora en anotar un gol a la Selección de Estados Unidos, en 1985, coincidiendo el debut internacional de la selección norteamericana. La danesa Susanne Augustesen, fue durante ocho temporadas la máxima goleadora de la liga italiana que se fundó en 1969, un año antes del Mundial en el que se destaparon las estrellas en 1970.

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Augustesen tras levantar el Mundial de 1971

Augustesen también brilló en el Mundial de 1971 para el que necesitó del permiso de sus padres para participar, debido a su edad,15 años. Su Mundial fue todo un éxito. Dinamarca acabó ganando a México en la final con ‘hatt-trick’ de Augustesen. ¿Qué sería del fútbol femenino ahora si una marca de vermú italiana no hubiera decidido apostar hace más de 50 años?

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