Gavi no tiene reloj | OneFootball

Gavi no sabe lo que es un reloj, al contrario, vive en el último día del calendario, sin tiempo, como si un mosquito le rondase la oreja y fuese a sonar el despertador de un momento a otro, con prisas, como si llevara alguien detrás persiguiéndole, señalándole los cordones, una voz que le grita que se los ate, que se va a hostiar. Es un jugador apocalíptico, que vive con el miedo de que se cuele el balón, de que llegue y se lo lleve el profesor. Nadie le promete que el mundo vaya a girar cinco minutos más. Si alguien lo hiciera, ni se lo creería, se iría corriendo del espanto. Gavi no entiende de lógica, de refranes, ni de frases hechas. Para él, romperse el lomo, la cara o la oreja no es sólo una expresión, sino una seña de identidad. Porque Gavi es como es: David haciéndole constantemente las cosquillas a Goliat, un David que se sabe igual de grande que Goliat, que lo piensa de verdad, que lucha con él y lo derrota, más que por astucia, por pesadez. Porque Gavi era quien bajaba y subía el balón de clase, quien se tiraba al suelo justo antes de sonar la campana, el pesao, el competitivo, el que tenía los mejores pies y la mejor cabeza, el guapo, el bueno, el que ganaba siempre. Gavi era el que iba a ser centenario con el Barça.