Osasuna1920.com
·21 April 2024
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Ganar no es una cuestión de suerte o deseo, es cuestión de trabajo y voluntad. Visitar un estadio tan pequeño, en el que la afición puede tocar a los jugadores desde su asiento simplemente estirando el brazo y en donde el equipo local juega un fútbol aguerrido y directo, exige una concentración y una atención superior a la de otros encuentros. A pesar de la situación clasificatoria, los los franjirojos habían mejorado desde que llegó Íñigo.
La primera parte de Osasuna fue buena, tampoco brillante, pero sí que fue positiva en el sentido en el que Moi Gómez había adelantado en el marcador a los rojillos y la imagen había sido buena. El conjunto madrileño estaba obligado a salir a por el gol en la segunda parte, por lo que los huecos iban a aparecer. El guión de partido fue el que ya se intuía. Un Rayo dominador que trataba de embotellar y someter al rival y un Osasuna que sorprendió por lo poco reactivo que estuvo, como si hubiese desaparecido completamente del partido y hubiesen bajado los brazos.
A veces a los rojillos parece que se les olvida lo que es atacar, desconectan del partido y se dedican a simplemente defender en su área esperando a que una especie de ángel se les aparezca para salir airosos de esa situación. Y no, con lo de “empanada casera” del título no me refiero realmente al alimento, sino a lo que ocurrió en Vallecas durante la segunda parte. Una empanada característica de este equipo, de las que de vez en cuando protagonizan y desquician a una afición, que veían como el partido estaba de cara y más o menos controlado hasta que vimos a un Rayo que se lo creía cada vez más y a un Osasuna cada vez más inmóvil, sin saber qué hacer, simplemente exponiéndose al sometimiento.
Los partidos muchas veces no van a salir como uno desea. Hay un rival en frente, la situación de cada equipo no es la misma y al jugar fuera de casa la afición visitante también juega. El pasado año nos acostumbramos a pedir de carta refiriéndose Jagoba, en aquella rueda de prensa en la que lo mencionó, a que teníamos unas expectativas demasiado elevadas. Por ello, es importante bajar esas expectativas y saber que hay menús caseros muy buenos de esos que cuesta mucho trabajo colectivo hacer, pero luego saben muy bien. No obstante, a lo que no hay que acostumbrarse de ningún modo, es a pedir empanadas como las que vimos en Vallecas, esas que demuestran lo fácil que es a veces perder tu esencia y como en un chascarrillo pierdes tres puntos.
Si bien hemos delimitado esta temporada lo que son las buenas y las malas expectativas, hagamos lo mismo con aquellas que hacen a Osasuna un equipo sin garra, poco luchador y evitamos a toda costa volver a mostrar esa imagen que no refleja lo que es y se exige en este club.