Regate Femenino
·1 October 2023
El triunfo transgénero de Samoa Americana

In partnership with
Yahoo sportsRegate Femenino
·1 October 2023
Pasaron 28 años sin ganar un partido. Durante ese tiempo, recibieron la mayor goleada de la historia del fútbol. El peor equipo del mundo, lo llamaron. Un relato que ha inspirado al cine, y que, por segunda vez, se llevará a la gran pantalla. Primero en 2014, con un documental dirigido por Mike Brett y Steve Jamison (para Maldini, uno de los mejores sobre fútbol). Ahora lo hará Taika Waititi con una película de ficción. Pero hoy no venimos a hablar sobre ello concretamente. En el once que logró romper con la inaudita racha de derrotas se encontraba Jaiyah Saelúa, la primera futbolista transgénero en competir con su selección nacional. A nadie le chocó, porque se trataba de una fa’afafine, el llamado tercer género en la cultura polinesia. Bienvenidos a Samoa Americana, el lugar donde mueren los días.
Ubicada al oeste de las islas polinesias, Samoa Americana supone el territorio más austral perteneciente a Estados Unidos. Unas 47.000 personas viven repartidas en siete islas. 199 kilómetros cuadrados para un territorio, que, según la ONU, es todavía una de las colonias existentes en el mundo (aunque para Estados Unidos no sea así). A menos de ochenta kilómetros, se encuentra Samoa Occidental, un país independiente desde 1962. Comparten nombre, pero no condición, y eso que desde los primeros mapas se consideraban un mismo territorio. Lo cierto es que, tras años de ocupación extranjera, Alemania y Estados Unidos partieron en dos ambas Samoas. La zona occidental quedó bajó jurisdicción alemana, la zona oriental permanece aún bajo constitución estadounidense, pero con un régimen particular.
Estados Unidos cuenta con cincuenta estados, los mismos que estrellas en su bandera. Sin embargo, también domina islas con distintas figuras jurídicas. Para empezar, se divide a estos lugares entre incorporados y no incorporados. Los primeros se encuentran dentro de las disposiciones de la constitución del país (los cincuenta estados), mientras que los segundos, pese a no formar parte del territorio nacional, están bajo soberanía estadounidense. También se distingue entre organizados y no organizados, es decir, si tienen o no una ley especial del congreso para el autogobierno. De entre los lugares no incorporados y no organizados se encuentra Samoa Americana, una figura legal que tiene varias implicancias.
Un día más es un día menos
Mientras en Samoa Occidental los días amanecen, a tan solo ochenta kilómetros, aún no se conoce el ayer. Samoa Americana es el lugar habitado con el huso horario más retrasado. Los samoa-americanos son los últimos habitantes que viven cada día, y a la vez, los últimos en despedir el año. Con el huso horario -11 para estar alineados con Estados Unidos, los relojes en la polinesia se colapsan. Cuando en Samoa marcan las diez de la mañana de un miércoles, en Samoa Americana también son las diez de la mañana, pero de un jueves. Donde mueren los días.
Los habitantes samoa-americanos son considerados nacionales estadounidenses, aun así, no cuentan con todos los derechos y obligaciones. Pueden vivir y trabajar en el resto del país, pero no pueden votar ni participar en política, a menos que se trate de las primarias de los partidos demócrata y republicano. También tienen la posibilidad de servir en el ejército, algo muy habitual para los jóvenes insulares, y es que, debido a las dificultades económicas, el servicio militar es visto como una oportunidad. Porque en Samoa Americana la agricultura y la pesca son el principal sustento de las familias locales, especialmente la industria conservera del atún, que supone la columna vertebral.
En cuanto al turismo, a pesar de encontrarse en plena polinesia, Samoa Americana sigue siendo un territorio desconocido para el ojo extranjero. Sin embargo, dentro de las siete islas se esconde una belleza natural que se refleja en la simbiosis de playas y montañas. Pese a todo ello, existe un rasgo cultural que hace único a este territorio del pacífico: las Fa’afafine. Personas de género no binario asignadas al sexo masculino al nacer, pero criadas en sus familias con el papel asociado tradicionalmente al género femenino. Un tercer género que no supone estigma social alguno dentro de la sociedad polinesia.
A ojos del occidental, el concepto de fa’afafine podría traducirse como ‘a la manera de mujer’. Sin estigma ni prejuicio alguno, la existencia transexual es una cuestión tan natural como evidente, como resulta el ser heterosexual. La influencia occidental ha obligado a emplazar tal identidad en un plano concreto, sin embargo, la fina línea no permite enmarcar con exactitud el concepto fa’afafine. Homosexualidad o travestismo. Lo cierto es que ellas no se consideran ni lo uno ni lo otro. Son un género más, como lo son el masculino y el femenino. Y desde luego, la historia definió su importancia en la sociedad, sin embargo, los discursos occidentales han resultado en la marginación social de las fa’afafine.
Hay que ser cautos con la interpretación occidental de las fa’afafine. No se trata de un aspecto meramente sexual, porque, aunque se desconoce con exactitud su origen, se dice que en las familias con ausencia de mujeres, a los hijos más pequeños, se le asignaba el rol femenino para suplir dicha carencia. Con ello, sus ocupaciones pasaban a ser las tareas domésticas propias de la mujer, pero con las características físicas biológicas de un hombre, aportando un músculo adicional. Con el paso de los años, las fa’afafine fueron tomando un papel importante en la sociedad, incluso adoptando los tabúes femeninos.
Pero detrás de muchas fa’afafine se esconde una homosexualidad latente. Cuando un niño se inclina hacia un comportamiento femenino, es muy probable que adopte la identidad fa’afafine, algo que la familia y la aldea respetan con normalidad. Y es que ser fa’fafine no ha sido sinónimo de represión, ni para los espacios de trabajo habituales más allá de las tareas domésticas. No obstante, la influencia occidental ha traído consigo una carga de hipocresía que poco a poco va mermando en este aspecto cultural. Aun así, la tradición se impone, y el ser fa’afafine, se supone motivo de orgullo y reconocimiento en la sociedad tanto polinesia como samoa-americana.
Ese 23 de noviembre de 2011, todavía se recuerda en Samoa Americana. El 2-1 ante Tonga supuso la primera victoria de la selección nacional en 28 años y también el primer triunfo como miembros de la FIFA. El debut en la fase de clasificación para la Copa de las Naciones de la OFC (Oceania Football Confederation) de 2012 se saldó con los tres puntos, al que se le sumó el empate ante Islas Cook. Con ello, Samoa Americana llegaba al último encuentro con opciones de entrar por vez primera vez a la fase final del torneo. No obstante, un gol en contra ante su vecina Samoa les privó del sueño. Pero Samoa Americana ya había vuelto. Tras años siendo la peor selección del mundo. Y lo hizo de la mano del neerlandés Thomas Rongen, que cambió el paradigma del equipo.
Y allí también estuvo Jaiyah Saelúa, la primera Fa’afafine en disputar un partido con su selección nacional. También la primera futbolista transgénero en lograrlo. Ante Tonga, y arropada por sus compañeros, Jaiyah, defensa central, salió MVP del encuentro tras asistir en el segundo gol y despejar un balón sobre la línea de gol. A pesar de haber querido jugar siempre con mujeres, su condición de nacimiento la llevó a la selección masculina, y tras haber recibido el reconocimiento de la FIFA al lograr ese hito, a día de hoy, y con las botas colgadas, se ha convertido en una de sus embajadoras para la igualdad de los deportistas LGTB.
Jaiyah Saelúa debutó con la selección con tan solo dieciséis años, sin embargo, no todo fue de color de rosas. Mientras estudiaba Artes Escénicas en la Universidad de Hawái, le prohibieron entrar en el equipo de fútbol tanto masculino como femenino. Allí sufrió la discriminación que hasta entonces no había vivido en su país natal. De hecho, es uno de los aspectos que siempre ha señalado. En Samoa Americana, Jaiyah Saelúa se siente a gusto y respetada. Tal y como afirmó en una entrevista para The Guardian, “la sociedad samoana no tiene límites en lo que los fa’afafine hagamos, en cualquier cosa que decidamos hacer, siempre se nos considerará un activo”. Para ella, salir al extranjero, fue una forma de darse cuenta de la tolerancia en otros territorios. “Eso en sí mismo dice mucho de cuán diferentes culturas pueden ser en cuanto a aceptar la diversidad en sus respectivas sociedades”.
La selección de Samoa Americana ha permanecido durante años con el peso de ser el peor combinado nacional del mundo. Todo tras un resultado que aún hoy se mantiene como la mayor goleada de la historia en un partido de selecciones. 31 a 0. Un resultado inimaginable, pero que guarda una estrecha relación con la situación de Australia en el fútbol oceánico. Corría el año 2001. La mayoría de los países se preparaban para clasificar a la Copa del Mundo que se disputaría un año después en tierras coreanas y japonesas. Para Samoa Americana era su primera experiencia en una fase de clasificación. Para Australia, un mero trámite para alcanzar la temida repesca.
Durante años en la Confederación de Fútbol de Oceanía, la selección australiana tan solo había disputado una vez el Mundial (1974). Clasificarse a la Copa del mundo no era sencillo a pesar de que el camino, paradójicamente, no entrañaba dificultad alguna. En Oceanía los Socceroos eran muy superiores a sus rivales de continente. Tan solo Nueva Zelanda se supone el rival a batir, y ni con esas dejaban de dominar. El problema llegaba una vez se consagraban los mejores a nivel continental. Al ser la confederación más pequeña, no contaban con plaza asegurada al torneo, y para ello debían enfrentarse en una repesca con el quinto mejor clasificado de la Confederación Sudamericana. Un foso sin fondo para Australia, con demasiado nivel para dominar en Oceanía, pero sin ser suficiente para batir a los combinados de América Latina.
Mientras tanto, Samoa Americana debutaba en una fase de clasificación para el Mundial. No tuvo un buen inicio, y es que fue goleada primero 13-0 ante Fiyi y luego 8-0 frente a Samoa, pero el mayor golpe llegó en el tercer encuentro. Obligados a convocar a jugadores juveniles debido a problemas burocráticos (tres de ellos con 15 años), el equipo tuvo que viajar bajo mínimos a Coffs Harbour, donde se disputaría el partido. El portero Nicky Salapu, fue el único internacional que pudo formar parte de aquel partido. El propio Nicky fue capaz de aguantar el vendaval rival durante los primeros diez minutos manteniendo la portería a cero, pero la apisonadora australiana no tuvo compasión. En la primera parte Australia ya ganaba 16-0. Los siguientes 45 minutos no hicieron más que agrandar el marcador.
La gran cantidad de goles llegó a poner en dudas el resultado final, y es que muchos periodistas perdieron la cuenta, aunque finalmente el acta oficial dejó el partido en un 31-0. No solo suponía una goleada récord, sino que también supuso el récord de goles en un mismo partido para Archie Thompson, que se apuntó hasta 14 tantos. Con 66 goles a favor y cero en contra, Australia acabó clasificando como primera. Samoa Americana terminó la fase de clasificación con cuatro derrotas, cero goles a favor y 57 en contra. Para Australia, que tras ganar a Nueva Zelanda perdió el repechaje frente a Uruguay, fue el punto final a su participación en la confederación oceánica. La Federación Australiana pidió a la FIFA el cambio de región para poder jugar en Asia, lo que conseguirían en 2006.
Para Samoa Americana supuso un golpe duro a una racha de derrotas que no se rompería hasta años después. La losa de ser el peor equipo del mundo era muy pesada, por eso la victoria ante Tonga tuvo un sabor más que especial. Y es que en Samoa Americana el fútbol forma parte de una cultura que abraza a sus tradiciones, que vive en paz en una región paradisiaca, y que no se deja vencer por la sombra del mundo occidental, ni tampoco de Estados Unidos. Tan solo los terremotos hacen temblar la harmonía de un país que, tras todo, no deja de suscitar preguntas e interés. ¿Cómo se vive al ser todavía una colonia? ¿Y por qué no independizarse? ¿Se sienten estadounidenses? Algún día tomaremos un avión para conocer todas las respuestas. Por ahora, os decimos adiós a la manera que más nos gusta, feiloai vavej.
Imagen de portada de Pua Tofaeono/The Guardian.