Revista La Liga
·20 January 2025
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El Barcelona pasa de la euforia a la realidad. Luego de dos victorias goleando y jugando muy bien, se encontró con un discreto empate contra el Getafe, que se ha vuelto una de las piedras en el zapato para los culés. De hecho, hacía cinco años que los catalanes no le podían marcar un gol como visitantes a los ‘azulones’, la última victoria en su campo fue en septiembre de 2019, cuando ganaron por 0-2 siendo dirigidos por Ernesto Valverde.
Lo cierto es que al Barcelona le cuesta mucho este tipo de partidos contra rivales que se encierran atrás, que son disciplinados tácticamente, que no se desordenan, que aguantan todo el peso del partido en la parte defensiva y que le ceden la posesión del balón. No fue suficiente tener más del 62 por ciento de la misma porque no pudo reflejar esa posesión en jugadas frente al arco rival. Si bien es cierto que pudo ganar si se pitaba esa jugada de penal sobre Jules Kounde en el cierre del partido, también pudo perder si el árbitro hubiera expulsado a Alejandro Balde por una agresión infantil contra un defensor del Getafe.
Lo claro es que el Barcelona puede pasar de golear al Real Madrid en la final de la Supercopa de España y luego al Athetic Club en la Copa del Rey, a desperdiciar la oportunidad que tenía para descontarle puntos al Atlético de Madrid. Los ‘colchoneros’ habían cedido terreno con su caída ante el Leganés y la pérdida de su invicto de quince victorias consecutivas.
Parece que al Barcelona le está costando más jugar LaLiga que los otros torneos, como la Copa y la Champions League. Puede ser por el estudio y conocimiento de juego o la misma intensidad de la competencia. Lo que sí está claro es que tendrá que ajustar, y rápido, porque no todos los partidos se van a presentar como los dos anteriores, en los que fue muy superior y pudo someter a su rival.
Las dos caras del Barcelona llevan a pensar si podrá luchar por todo lo que está compitiendo o si tendrá que dar prioridad a uno de los torneos. Es pronto para decirlo porque está vivo en los tres que está disputando, pero sí será necesario que el técnico Hansi Flick encuentre la forma de afrontar ese tipo de partidos que tanto le cuentan al equipo culé y donde no logra transformar ese dominio del balón en ocasiones de gol.
La imagen del fin de semana no puede borrar lo que logró en los encuentros anteriores, pero sí debe poner a pensar al técnico alemán. Ya ha pasado que su equipo pasa de ser la sensación de la Champions League, de dominar la liga, a estar ahora tercero, a siete puntos de un Real Madrid que logró darle vuelva a la página y ponerse al frente del torneo local con bastante superioridad.
Las opciones están vivas, y si el equipo catalán logra consolidar esa imagen y mantener la regularidad, estaremos frente a uno de los equipos que podrá luchar en cada uno de los frentes en los que compita. Pero, eso sí, tendrá que hacer frente a esos partidos en los que sus rivales se metan atrás y están a la espera de una opción que les permita sacar la cabeza y complicar a su rival. Está visto que los que logran ese entendimiento, como lo hizo Getafe, lo van a poner contra las cuerdas.
Ya este equipo está maduro, y el adiestrador alemán tendrá que trabajar para lograr que su modelo de juego funcione frente a todo tipo de rivales. Debe consolidar a ese Barcelona que ha deslumbrado por momentos desplegando un fútbol espectacular, evitando que pase de esa euforia al aburrimiento, como lo hizo el fin de semana. Estamos frente a un conjunto que cuenta con todo para liderar en Europa, pero que tiene muchos jóvenes a quienes aún les faltan muchos partidos para consolidarse. La gestión de juego y el manejo del grupo serán fundamentales para consolidar su liderazgo en todas las competiciones.