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·21 August 2025

Desde esta distancia cayó al vacío el hincha chileno que está más grave y con el cráneo fracturado

Article image:Desde esta distancia cayó al vacío el hincha chileno que está más grave y con el cráneo fracturado

Gonzalo Alfaro, de 33 años, es el hincha de la Universidad de Chile que cayó al vacío desde la tribuna Pavoni del estadio de Independiente, durante los incidentes del último miércoles. Se encuentra internado en el Hospital Fiorito de Avellaneda y fue intervenido neuro-quirúrgicamente: tiene traumatismo de cráneo y su pronóstico reservado.

Hay otro fan del equipo trasandino que permanece internado. Su nombre es Jaime Mora, de 56 años. El diagnóstico: fractura cervical y traumatismo de cráneo. Según trascendió, él también se tiró, o lo tiraron, desde el mismo lugar, cerca de diez metros de altura hasta el piso.

La caída del hincha desde la tribuna visitante


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Gestión presidencial

El presidente de la U, Michael Clark, fue al Fiorito, habló con las autoridades, entre ellas el director, Luis López. Al salir, transmitió tranquilidad y dijo que ocho heridos ya habían sido dados de alta, y que Mora podría dejar el hospital durante el fin de semana.

Alfaro cayó durante el ataque de los barras del Rojo que fueron a vengar las agresiones que habían caído durante el primer tiempo. Tras la caída, mientras se retuerce del dolor en el piso, volvió a sufrir ataques. «El chileno está vivo», se escucha en uno de los videos que se viralizaron tras la golpiza.

Reynaldo, amigo del hincha del equipo chileno, habló con la señal TN y aseguró estar «muy afectado por lo sucedido». Y se defendió de esta manera: Alfaro es mi amigo y es la persona que saltó de la tribuna mayor», comenzó su relato, dentro del cual aclaró que ninguno de ellos forman parte de la barra brava oficial, conocidos como Los de abajo. «Somos barritas, hinchas y compramos nuestras entradas», contó.

Respecto al estado de salud de su amigo, contó que la misma agrupación fue la que informó que Alfaro «tuvo una evolución positiva durante la noche», aunque luego el parte médico oficial confirmó que su estado sigue siendo reservado.

Negligencias y errores fatales: así se desató el horror en Independiente

Una secuencia de negligencias y errores fatales desencadenaron los episodios dantescos que conmocionaron al mundo del fútbol en la noche del jueves, cuando el estadio Libertadores de América – Ricardo Bochini fue el escenario de la barbarie, el salvajismo y el horror.

Desde antes del partido se respiraba tensión en las inmediaciones de la cancha. A los hinchas de Universidad de Chile, que ocuparon la tribuna Pavoni alta, les habían vendido 2.500 entradas. Pero ese sector, con capacidad para 4.500 espectadores, estuvo repleto. Los chilenos comenzaron a llegar a Avellaneda a las 18 horas, en una imponente caravana de micros. Varios lograron entrar a la tribuna con distintos tipos de armas blancas. Así se pudo constatar en algunos videos que ellos mismos publicaron en sus redes sociales para alardear cómo habían logrado sortear los controles, que fueron muy endebles. El ingreso fue, en cierta medida, tranquilo. Aunque, cuando los hinchas de Independiente empezaron a poblar la tribuna Pavoni baja, comenzaron los problemas: desde arriba les arrojaron hierros, cascotes, butacas incendiadas, palos que aterrizaron como peligrosas jabalinas, pedazos de mampostería, griferías y hasta los inodoros de los baños situados debajo de la popular.

Cuando esa tribuna alta estaba habilitada para los visitantes, hace más de una década, existía un paredón con un alambrado perimetral, además de un entretejido que contenía gran parte de lo que arrojaban desde arriba. Pero esa estructura se desarticuló para mejorar la visión de los socios del Rojo que habitualmente acuden a ese sector. Por eso, contra Universidad de Chile no hubo una red de contención ni barrera de protección. También se advirtió poca presencial policial en el sector a pesar de que el operativo contó con 650 efectivos de la Policía bonaerense y 150 miembros de seguridad privada.

En el entretiempo, la facción de la barra de Independiente que habitualmente ocupa el sector Pavoni se agrupó detrás de la Garganta Número 1 para intentar derribar un portón que separa a ese sector del lugar en el que estaban los hinchas chilenos. No había encargados de seguridad en esa zona. Mientras tanto, la barra de la U, llamada “Los de Abajo”, intensificó el ataque y arrojó una bomba de estruendo, a modo de granada, que estalló en el tercer nivel de la Garganta del Diablo Número 1, donde había hinchas comunes. Esa detonación fue la chispa que hizo explotar todo. Por disposición de los organismos de seguridad, la voz del estadio les pidió a los chilenos que abandonaran la tribuna cuando aún quedaba todo el segundo tiempo por disputarse. El pedido se hizo en tres oportunidades por los altoparlantes. Y el público visitante tardó en reaccionar, pero luego de unos 30 minutos comenzó a dejar el sector a paso lento.

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Aún hay manchas de sangre en el estadio. (Foto: Francisco Loureiro)

Después de forcejear durante varios minutos, la barra de Independiente logró derribar el portón sin ningún tipo de oposición. Y entró a la popular visitante, donde permanecía un grupo muy reducido de simpatizantes chilenos que se resistían a abandonar el lugar. A partir de ese instante empezó una feroz cacería humana a la vista de todos, que dejó como saldo uno de los capítulos más tristes de la historia del fútbol argentino.

Las evidentes fallas en el operativo, que permitió el ingreso de más hinchas de lo previsto y posibilitó que algunos ingresaran con armas blancas, sumados a una infraestructura del estadio que no contiene una malla para evitar la caída de proyectiles pero que igual fue habilitado, constituyeron un combo de negligencias fatales.

Hubo acusaciones cruzadas

«El operativo de seguridad es siempre jurisdiccional y, en este caso, estuvo bajo la responsabilidad de la Provincia de Buenos Aires», planteó el Ministerio de Seguridad de la Nación. Y enumeró las «fallas graves» que habrían cometido tanto la Policía bonaerense como la Aprevide: «Ingreso violento de la barra visitante, destrozos, proyectiles, deficiencias en las requisas y desoír la recomendación de Conmebol de instalar redes de contención». Además, agregaron que «la Policía recibió la orden de no intervenir desde antes del inicio del partido, lo que prolongó la violencia sin control y dejó una tragedia».

Javier Alonso, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, apuntó directamente hacia la Conmebol: «Los hinchas llegaron en el horario establecido, ingresaron a la cancha y no hubo disturbios afuera. Lo que ocurrió fue adentro y ahí la responsabilidad es de la seguridad privada».

Alonso aseguró que desoyeron la recomendación del jefe del operativo: «El oficial de la Policía fue claro: el partido se tenía que suspender y desalojar las tribunas. La gente se iba a ir y fue lo que ocurrió. Si el partido se suspendía en el primer tiempo, no hubiese pasado nada de lo que pasó», comentó. Según el ministro «el delegado de Conmebol tendrá que explicar por qué tomó o no tomó las decisiones que correspondían». Y concluyó: «Lo único que les importa es el espectáculo televisivo, que las tribunas estén llenas de gente para la transmisión».

Mientras proliferan la acusaciones cruzadas, el fútbol se desangra.

/Escrito por Favio Verona para Olé de Buenos Aires

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