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La Colina de Nervión

·6 January 2025

¿Desastre?

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Si a un equipo en racha y con una plantilla mejorada no se le derrota en una primera parte cuando se domina con claridad, al final, un equipo joven y en construcción como nuestro Sevilla Fútbol Club acaba pagando una fractura escandalosa. No debemos alegar mala suerte, pero lo cierto es que buena tampoco hemos tenido.

El Almería era el peor rival posible: un falso club modesto (en manos de un multimillonario árabe que, después de descender a Segunda, ha reforzado la plantilla). Llevamos casi tres años sin jugar la Copa en el Sánchez-Pizjuán… En fin, que muy temprano estamos con un solo partido por semana.


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¿Desastre? Sería un desastre si permitimos que esto se convierta en uno. No debemos transformar la dolorosa derrota de esa tarde de cuatro (disfrazada de cinco de enero) en una frustración que nos desvíe de nuestra tarea este año: asentar las bases de un proyecto del Sevilla Fútbol Club hecho por sevillistas. Este es el objetivo y este es el sueño. Lo demás, si estorba, sobra.

No es que la Copa estorbe, como en una mala reinterpretación de la fábula de la zorra y las uvas, pero fabricar una enorme frustración por la eliminación sí que sobra. No hay que exagerar. Peor que al Sevilla Fútbol Club les ha ido a Villarreal o Mallorca ante rivales mucho más débiles. Incluso el actual campeón de Copa, el Athletic Club de Bilbao, ha tenido que pasar de ronda en los penaltis ante un Segunda RFEF como el Logroñés.

Este mercado de invierno, el equipo necesita refuerzos, tanto arriba como abajo. La portería del Sevilla Fútbol Club no pierde partidos, pero tampoco los gana. Si queremos consolidar el retorno a la gloria, la portería tiene que estar asegurada, aunque sea con una póliza sobre derechos futuros. Arriba, Isaac Romero está muy solo y, aunque ha reencontrado el camino del gol, la compañía de otro ariete nos daría muchas más posibilidades.

Oremos también por el pronto regreso de Chidera Ejuke y su infinito regate. No me gustó Saúl y ya van varios desencuentros. El centrocampista se está jugando perder el último tren de lujo que pasa por su carrera deportiva. Entre sanciones absurdas y lesiones, se le ha visto muy poco. Esperábamos y seguimos esperando mucho más.

Ahora viene el Valencia a jugar contra el Sevilla Fútbol Club, un equipo que debería ser un espejo cóncavo para el sevillismo. A base de peleas internas, delirios de grandeza y exigencias desmesuradas, abrieron las puertas del valencianismo al demonio. Desde Descartes y Maxwell sabemos que el diablo es solo un experimento mental para confirmar que nadie se libra de la realidad ni puede escapar de ella misma. Liberarnos de esta imagen espectral del demonio que proyecta el club valencianista debería ser nuestra meta más urgente esta temporada.

Nuestra realidad es la que es, un club del sur empobrecido de Europa. Sobre esa realidad  (derrotas crueles como la del sábado), el Sevilla Fútbol Club podrá reconstruirse nuevamente. Hay muchos demonios vestidos como Peter Lim acechando tras las críticas absolutas y el pesimismo radical. Nuestro destino, como decía Camus citado al comienzo de este post, no es rehacer al Sevilla Fútbol Club, sino evitar que lo deshagan.


«Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehacerá. Pero su tarea quizás sea mayor: consiste en impedir que el mundo se deshaga.»

(Albert Camus, exportero del Oran CF)

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