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La Galerna

·9 April 2025

Debacle en Londres

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Todos me conocéis, no soy vinagre, pero tampoco ciego. El Real Madrid pasó un verdadero calvario en Londres, en el Emirates Stadium, donde sólo habíamos jugado una vez y donde nunca hemos ganado. Son los cuartos de final de nuestra competición, una eliminatoria que, históricamente, se nos había dado bien. Lo normal es sufrir en octavos y en semifinales, pero, salvo algunas excepciones, los cuartos han ido pasando como una eliminatoria más o menos plácida en la que nos preparábamos para la gran batalla de semifinales. Pues no, esta temporada, esta rara temporada, parece que todo está predestinado a que las cosas salgan mal.

No voy a poner paños calientes ni voy a invocar a nadie. La eliminatoria está extremadamente cuesta arriba y podía haber sido peor si no fuera por la extraordinaria actuación de Courtois, que hizo una serie de paradas magistrales para convertirse en el mejor del Madrid en Londres. Manda carallo, que diría el gallego.


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El equipo no existió, los tres de arriba no bajaban, se reían de los fallos y no eran solidarios con el resto. Equipo partido contra una escuadra que corría, corría y luchaba mientras los nuestros ni siquiera iban al choque en los duelos. Ver sacar en largo al portero después de 1233434 pases en el área y alrededores era saber que perdías la pelota, que atacaban ellos otra vez.

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Alguna escapada de Vinícius, alguna de Mbappé y nada más, no se salva nadie salvo el belga de los dos metros. Nadie. El partido fue típico de los que nos encontrábamos en las visitas de Copa de Europa de los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando sabías que fuera te iban a pintar la cara y que luego se podía arreglar en el Bernabéu. A esos partidos me recordó el de Londres. Un Real Madrid sin alma, sin capacidad de reacción, intentando que no le metieran más goles en vez de intentar marcar alguno para minimizar daños. Nada, ayer el Real Madrid no existió en el Emirates. Fue irreconocible, desastroso, desde el banquillo hasta el último de los jugadores. Calamitoso, apocalíptico, que diría Piqueras.

Y digo que fue irreconocible porque este no es mi Madrid, no es el Madrid que se deja la piel en el campo, que se mata por cada balón, que muere en el césped por el escudo. El de ayer fue un equipo insulso, sin ganas, sin defensa, sin medio campo y sin ataque y eso, amigos, es lo problemático. El Real Madrid puede perder, por supuesto, en el deporte, como en la vida, se pierde muchas más veces que se gana, aunque los madridistas estamos acostumbrados a lo contrario, pero si pierdes, debes tener la gallardía de salir del campo dando la sensación de que lo has dejado todo en el terreno de juego. Y anoche no pasó eso. Cabezas bajas y poco más.

Ayer el Real Madrid no existió en el Emirates. Fue irreconocible, desastroso, desde el banquillo hasta el último de los jugadores. Calamitoso, apocalíptico

Supongo que, en el vestuario, los más veteranos empezaron a dar gritos a los jóvenes diciéndoles que vamos a remontar en el Bernabéu, que ha pasado muchas veces y que esta vez pasará igual. Supongo que esos veteranos no dejaron dormir al resto ni en el autobús ni en el avión, supongo que los mismos veteranos, en el entrenamiento de hoy, estarán con la mala leche que se debe tener pensando sólo en el partido del miércoles, metiendo en las meninges de los demás que es posible, que la remontada se puede realizar, que el Real Madrid no se rinde y que vamos a darlo todo en el campo porque, amigos míos, lo que le pido al equipo es, si no remontar, que también, que me deje con la sensación de que casi se ha conseguido.

Quiero treinta disparos a puerta, quiero que el Arsenal no salga de su área, quiero que el público ruja hasta que los espabilaos del Ruido Bernabéu tengan que tomar pastillas para dormir, quiero que se note el temblor en el vagón del tren que pasa por debajo de estadio más que el temblor del propio tren en las gradas. Quiero que el Madrid haga cuarenta faltas y que, desde el pitido del árbitro, los ingleses sientan el miedo en el cuerpo, esa sensación de escalofrío permanente por la espalda. Quiero que estén tan agarrotados que no sepan dar una patada a un bote. Quiero que si el árbitro se equivoca en contra de nosotros se le encime hasta la tarjeta. Quiero garra, quiero valentía, quiero solidaridad, quiero que los defensas defiendan, que los centrocampistas construyan y que los delanteros rematen. Quiero que el portero del Arsenal tenga que cambiarse los guantes en el descanso porque se le han roto, bien por parar mucho, bien por recoger balones de la portería. Eso quiero.

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Y si no es así, que se preparen, porque, si no es así, queridos lectores, el Real Madrid no será el Real Madrid y, entonces sí, habrá que pensar en una revolución total que, en ese caso, debe pasar por todos los estamentos del club, desde directivos hasta jugadores, porque el Real Madrid puede perder, sí, pero no puede pasar por el campo sin alma, sin hambre, sin mordiente, sin atributos. El Real Madrid no puede perder de la manera que se perdió en Londres.  Otros sí, pero el Real Madrid, mi Real Madrid, nuestro Real Madrid, no. Eso no.

Artículo aparte merecen los madridistas que anoche estaban felices… esos no son madridistas. Estaban felices porque creen que la simple derrota de ayer les dio la razón sobre su inquina a Ancelotti y a algunos jugadores. Se les veía en su salsa en redes sociales, estaban aparentemente enfadados, pero en su fuero interno estaban contentos. Pues bien, a estos elementos les envío el siguiente mensaje: pase lo que pase, el Real Madrid, con Carlo Ancelotti al frente, ha ganado esta temporada ya dos títulos y pueden ser más. Pase lo que pase el miércoles que viene, la temporada no es para tirarla a la basura. No es una de esas temporadas en las que todo sale mal y no ganas nada. No se confundan, vinagres y antimadridistas míos, esta temporada podrá ser de transición, que está por ver, pero nunca será un fracaso, en absoluto.

En la vuelta quiero treinta disparos a puerta, quiero que el Arsenal no salga de su área, quiero que el público ruja hasta que los espabilaos del Ruido Bernabéu tengan que tomar pastillas para dormir

Los que están contentos son los amigos del otro lado de la península, los seguidores de ese club del que hay que recordar a diario que estuvo pagando durante, al menos, 17 años, 8,4 millones de euros, como mínimo, al vicepresidente del CTA para, en palabras propias, obtener neutralidad en los arbitrajes. Que se compraron el sistema arbitral español al completo y que el asunto está en los tribunales de justicia, siendo el Real Madrid Club de Fútbol el único club que se ha personado en el procedimiento como acusación particular en calidad de perjudicado. El único. Que nadie se llame a engaño. El Barcelona y Negreira, Negreira y el Barcelona, no sólo perjudicaron al Real Madrid, perjudicaron a todos y cada uno de los clubes de primera y segunda división en aquella época (que se sepa) y todos, a excepción de los blancos, están mirando para otro lado, poniéndose de perfil y coadyuvando para que la corrupción sistémica federativa y arbitral subsista manteniendo a aquellos árbitros en la actualidad. Que no se olvide.

Pues nada, que gocen, allá ellos. El club cliente de Negreira juega esta noche contra el subcampeón de Europa, veremos lo que pasa. Si no hay cosas raras con la publicidad de ACNUR del tipo de las que había cuando llevaban la de UNICEF, ganará el mejor. Pues eso, que gane el mejor. La diferencia entre ellos y nosotros es que ellos estaban más pendientes de ayer que de hoy, mientras nosotros estamos pendientes del miércoles, importándonos muy poco lo que pase hoy. De los de Canillejas ni hablo, ellos siguen enloquecidos con lo de los dos toques y el video presuntamente manipulado. Pues nada, que sigan así, que sigan locos, a lo suyo.

El domingo toca Mendizorroza y el Alavés. Quiero ver al equipo luchar por la liga, quiero verlos con alma y con fuerza, que para eso son el Real Madrid.

Me despido como siempre, mandando un mensaje de cabreo y de esperanza a la vez. La vuelta es en Miércoles Santo. A ver si es verdad que Dios es madridista. Ya saben, ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida. ¡Hala Madrid!

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