MUNDO MILLOS
·17 February 2025
Canto de gol: sin voz
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·17 February 2025
Hace diez días vi a Millonarios ganarle a Equidad. Sufriendo más de la cuenta, con 11 vs 10 todo el partido, con un empate increíble y a punto de cederlo. Al final ‘Santi’ Giordana nos dejó sin voz y salvó la noche.
Estaba muy apestado. Un paquete de pañuelos y el fillat azul oscuro fueron mis mejores amigos contra un horario de terror. La victoria justificó el esfuerzo y la maluquera, contrarrestando todo con la felicidad del regreso a la victoria en Bogotá después del partido contra Nacional en cuadrangulares.
Pero en este fin de semana pasado, repitiendo el horario que le pega directo en la cara al hincha con alguna afección, me tocó llegar al estadio sin voz. Mi compañera de himno, arengas, canciones, puteadas y desahogos se fue de «incapacidad según evolución». Mis amigos no me escuchaban los comentarios sobre el juego, y un racista a dos filas de distancia no me escuchaba el «¿Mosquera y Danovis son blancos europeos o qué putas?».
El partido fue andando y la voz que tanto uso en cada día de tribuna en un estadio se fue haciendo innecesaria. Un millón de centros al Movistar Arena y a Galerías apagaban la ilusión. Tres únicos remates al arco en todo el juego restaron emoción. Jugadas inexplicables de Alfonzo y Mantilla cortaban la toma de aire previa a un grito. Y las que más se ejercitaron, en su lugar, fueron la cadera y las piernas, al girarme dando la espalda a la cancha y con las manos cubriendo mi rostro, estupefacto, preguntando a los dioses qué carajos entrenarán durante la semana y a qué oftalmólogo u optómetra irán los jugadores.
Sólo una vez arriesgué un poco la convalecencia con el gol de Falcao, pero el asistente 1 me hizo la seña desde occidental que cuidara mi salud tranquilo. Mis pulmones también hicieron su tarea, con sendas bocanadas de aire decepcionado y resignado, al ver que las esperanzas recaían en un intrascendente Jhon Emerson Córdoba. O un atropellado y negado Daniel Ruiz, sacando de la cancha a Cataño, el único que trataba de hacer algo distinto y generaba el riesgo en área rival. El tablero electrónico con el 10 en rojo ya enviaba el mensaje que mis bandas vocales estarían a salvo, a menos que llegara un golpe de suerte. El argentino casi la logra.
Salí del estadio en silencio. No sólo por el frío y seguir sin voz, sino porque no había mucho qué decir ante la impotencia de perder puntos de locales ante la primera prueba fuerte del semestre. Mi garganta agradeció el tanteador en ceros, al mejor estilo de los datos financieros de Azul y Blanco viendo los llenos en las cuatro localidades del Campín. El corazón, tan triste como el 2024 de Millonarios y tan renuente como el presente deportivo, la habría preferido más rota aún por volver a festejar con los míos.
El canto de gol para acompañar esta columna, también sin voz, es ‘Aerodynamic’ del dúo parisino Daft Punk:
Carlos Martínez Rojas@ultrabogotano