Dosis Futbolera
·12 April 2025
Camavinga: Caída sin freno

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·12 April 2025
Eduardo Camavinga, atrapado entre destellos de genialidad y errores que duelen, vive una temporada de involución donde su talento lucha por imponerse a la inconsistencia.
La temporada de Camavinga es un relato de altibajos que no logra remontar. Su punto de inflexión negativo llegó en el Emirates contra el Arsenal, donde su actuación contribuyó al descalabro colectivo del Real Madrid. Una falta evitable a Thomas facilitó el 2-0 de Declan Rice, y su roja por frustración en el descuento selló una noche para olvidar. Este tropiezo recuerda al penalti cometido contra Gavi en la final de la Supercopa en Yeda, un error que fracturó su campaña y que aún no encuentra arreglo.
En su cuarta temporada como madridista, Camavinga muestra una involución deportiva. Pese a ser titular circunstancial por la sanción de Tchouameni, no supo asumir el rol de pivote. Ancelotti intentó respaldarlo, pero el francés se vio superado por la presión. Sus 73 intervenciones en Londres, lejos de ser un mérito, reflejan una noche caótica donde el partido lo arrolló. Ya había indicios: en el 2-1 contra el Rayo, Mendy aportó más en ataque que él. Sin embargo, en el euroderbi del Metropolitano pareció resurgir, con Ancelotti elogiando su nivel ofensivo y defensivo. Fue un espejismo.
Curiosamente, sus números son mejores que en temporadas pasadas. Recupera más balones (10 por 90 minutos frente a 8,6 y 8,75), pierde menos (de 7,8 a 7,2 por partido) y gana más duelos defensivos y aéreos. Pero los errores, visibles y costosos, lo condenan.
La temporada arrancó mal con una lesión en la previa de la Supercopa de Europa —esguince de ligamento que lo dejó siete semanas fuera— y sumó dos lesiones musculares más, perdiéndose 20 partidos en total. El Clásico de la Supercopa, con aquel penalti a Gavi que desató el 1-2 del Barça, lo marcó profundamente. Otro ejemplo de su ímpetu desmedido fue en el Bernabéu, cuando una acción innecesaria contra Julián Álvarez derivó en el golazo del argentino.
Camavinga alterna destellos de calidad con fallos que lastran su progresión. Su energía, mal canalizada, lo lleva a arriesgar donde no debe. Por ahora, el mediocentro francés sigue buscando su lugar, atrapado entre el potencial y la inconsistencia.