La Galerna
·9 November 2024
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Contra UEFA, Liga, Federación y Comité Técnico de Árbitros. Contra todos, incluso ante la maldición de los ligamentos maltrechos y los músculos rotos que sobrevuela al Madrid de un tiempo a esta parte. En un desgraciado primer tiempo, Carlo perdió a tres de sus hombres: Goes, Lucas y Militao; siendo la lesión de este último aparentemente la más preocupante. Supo no obstante el Madrid rebelarse ante tanto infortunio para desatar una goleada a lomos de Vinícius, que abrió el marcador cuando las dudas y el crujir de pipas sobrevolaban el Bernabéu.
Han pasado 96 horas desde la calamitosa actuación del Real Madrid ante su otrora bestia negra, Milan Associazione Calcio, pero las dramáticas consecuencias de la furiosa DANA de Valencia aún perduran, tal y como atestiguó, de nuevo, la enorme e imponente bandera de la Comunidad en uno de los laterales del Bernabéu. El sentido minuto de silencio del madridismo emocionó al valenciano Vicente Moreno, entrenador osasunista, que —hoy sancionado en un palco—, se llevó la mano al corazón en señal de sincero agradecimiento.
Contra UEFA, Liga, Federación y CTA. Contra todos, incluso ante la maldición de los ligamentos maltrechos y los músculos rotos que sobrevuela al Madrid. En un desgraciado primer tiempo, Carlo perdió a tres de sus hombres: Goes, Lucas y Militao
El Madrid, tal y como cacareó desde el respeto y el cariño toda la prensa deportiva nacional en los kioscos esta mañana —desde la Central Lechera o el Mundo Sportivo—, “se la jugaba” ante Osasuna en esta (ni siquiera) sobremesa, un horario balompédico en el que se le atragantan a uno los macarrones. Engollipado anda últimamente nuestro Madrid, necesitado de una reacción antes de otro parón de selecciones, tras la cicuta administrada por Barça y Milán en sendas visitas a la capital. Para ello, Carlo regresó a su querido 4-3-3 con Goes como parte del tridente y Camavinga, mucho más eléctrico, dinámico e incluso voluntarioso que el últimamente deprimente Tchou, entre centrales. Bellingham, de nuevo, abnegado y arrinconado en una banda, aunque rompería su particular maleficio.
El campeón de Liga —no lo olviden— presentó así un equipo mucho más compacto, serio en defensa, pero monocorde en ataque, frío cual ciudadano luxemburgués en un festival de cante jondo en Coria del Río; dinámica que acaba siempre por confluir en música de viento del Bernabéu. Sólo Rodrygo, desde lejos, pudo probar al portero navarro, minutos antes de lesionarse, sentarse en el banquillo entre lágrimas, e iniciar el maleficio que permanece cernido sobre nosotros.
Brahim reemplazaba al soldado caído, no sería el único en caer en acto de servicio.
Poco después, el escalofriante alarido de Militao helaba el corazón del Bernabéu, tras una jugada aparentemente tonta, en la que el brasileño frenó en seco y quizás y lamentablemente pudo romperse de nuevo la rodilla. Sin más opciones en el banco, no le quedó otra a Carletto que apostar por un canterano —no digan por favor la horterada esa de mirlo— llamado Raúl Asencio, ovacionado en el primer balón que tocó. No sería la última ovación que recibiera. Ni la última lesión en 45 minutos. Con el Madrid, inoperante y aturdido por las desgracias, comenzaba a configurarse un panorama desalentador para el campeón, un punto de inflexión que consiguió revertir Vinícius.
En el 33´el carioca sale del fuera de juego para, ya habilitado, recibir después un balón profundo de Bellingham. Vini se adentra en el área, recorta a Catena cual recortable de los años 60, y hace el 1-0 en el palo corto con un disparo seco. No obstante, a pesar del gol, la maldición se negaba a dejar de flotar en el ambiente. Lucas Vázquez se echaba la mano a su jamón para evidenciar la rotura. Intentó aguantar —de hecho, resistió hasta el descanso por no agotar las tres ventanas de cambio en 45 minutos— pero resultaría en imprudencia con Bryan Zaragoza —sí, cedido por el Bayern— como adversario en su lateral durante todo el partido. Su sustitución al descanso obligó a inventar a Carlo y Davide que situaron a Fede en su banda y a Modric en su lugar en la medular.
Afortunadamente, un chaval sobre el verde del Bernabéu, enfundado en la camiseta blanca por primera vez en su vida llamado Raúl Asencio, evitó cualquier tentación de zozobra y depresión con un excelso pase desde 50 metros que nos recordó a Fernando Hierro. Otro “maldito”, Jude Bellingham, que no marcaba desde el 14 de mayo, no tuvo ni siquiera que controlar —tan exquisito y preciso fue el pase— para elevar en sutil vaselina el balón sobre Sergio Herrera y hacer el 2-0 antes del descanso.
Pax pacis en el Bernabéu.
El resultado, apacible, eliminó de un plumazo los demonios blancos del madridismo; relajado y confianti, que diría Cristiano, el Madrid nos regaló un segundo tiempo pleno de confianza en el que fueron cayendo los goles ante un abrumado Osasuna que había llegado a Madrid en la quinta posición del campeonato.
Tantas eran ganas de fiesta que hasta el gélido Lunin se apuntó a la chonguenga. Tras un córner de los pamplonicas y emulando a Asencio, mi tocayo sacó veloz de puerta con un pase kilométrico sobre la fulgurante carrera de Vini, que se cruzó imparable para recoger la pelota ante Catena, burlar al arquero y hacer el 3-0 a falta de media hora.
Ocho minutos después, Brahim robaba la cartera a Bayomo en defensa para servir a placer de nuevo para Vini, que recortó otra vez para fusilar el cuarto. El carioca, entre risas, agradecía el pase y abría los brazos con gesto de sorpresa para celebrar el gol al estilo Brahim y homenajear a su asistente.
Un hat trick de Vini para conjurar el maleficio
Ahora sí, parecía el momento de Aladino Güler y Endrick. El propio Vinícius y Jude, goleadores, les dejaban el sitio. No hubo tiempo para más.
El Madrid recupera el aíre y se marcha de otro rollo al enésimo parón de selecciones.
Y es que no conviene enterrar al gran elefante blanco antes de tiempo.
Queda mucho y el Madrid nunca muere del todo.
Getty Images.