La Galerna
·12 January 2025
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·12 January 2025
El que a mal árbol se arrima, un olmo en este caso, mala sombra le cobija. Y, sumido en la sombra, salió malparado el Madrid de Yeda después de un primer tiempo inenarrable y un partido de agónico disgusto para el madridismo y verdadero tormento. 5-2 en Arabia… y gracias.
De poco sirvió que Mbappe frotará su lámpara maravillosa en los primeros compases. Antes, no obstante, ya había avisado nuestro adversario. En apenas cuatro minutos, el diplomáticamente inmune Fútbol Club Barcelona había acumulado un par de ocasiones, ambas desbaratadas por nuestro habitual hacedor de milagros belga bajo los palos, al que esta noche se le pidió demasiado. Tras un córner en contra Vini rebañó un balón a Casadó, que quedó plañidero, reclamado una faltita imaginaria, mientras el carioca, fulgurante, volaba sobre la medular y descargaba sobre Mbappe que, a falta de opciones, gambeteó y gambeteó sobre Balde hasta cruzar a gol letal ante Szczesny. No fue, de hecho, un contraataque en balde.
1- 0 a los 13 minutos.
Nos las prometíamos muy felices con un Mbappé volador que en otra de sus explosivas arrancadas se torció el tobillo tras barrer adversarios cual enajenada ratita presumida. Fue el principio del fin. La torcedura de Kylian se pudo vendar, pero hay hemorragias que no. El Barcelona acumulaba ocasiones con su temerario juego suicida, pero quien realmente jugaba con fuego era el Madrid. Con fuego no, sino con sólo dos defensas, apuntaban corrosiva pero atinadamente desde el chat de Whatsapp de La Galerna. Juzguen ustedes.
El caso es que pronto comenzó el incendio merengue. El coloso en llamas. Un solo toque de Lewandowski, oficiando de pívot en el eje de la zaga blanca, desarticuló a toda la defensa de Carletto para que Yamal, cual cuchillo en la mantequilla, penetrara en el área para, tras un humillante regate final sobre Tchouameni plantado cual tiesto, colocar junto al palo de Courtois y empatar el partido. El Madrid respondió con tres córneres consecutivos y alguna diablura distante de Vini o Mbappé, pero muy poco más. Era el preludio del apocalipsis; un inútil y estúpido penalti imprudente de Camavinga sobre Gavi, listo, permitió a Lewandowski voltear desde los once metros el partido muy pronto. Pudo incluso irse a casa Eduardo antes de tiempo tras otro temerario agarrón ya tarjeteado. Prácticamente al instante un delicioso centro de Kounde fue rematado a la zamorana por Raphinha para hacer el tercero.
3-1 a los 38 minutos.
La lesión de Mbappe propició un descuento de nueve minutos con córner a favor del Madrid en el último segundo. Los de Carletto intentaron una jugada ensayada y salió ensayadamente fatal. La calamitosa ejecución de la pizarra permitió una nueva contra azulgrana que culminó Balde para hacer el cuarto y sacudirse el baile que le propiciara Mbappe al inicio.
Fuera como fuera, el Madrid se marchaba con un saco al descanso, consecuencia de unos cortocircuitos dignos del Edificio Windsor. Con nuestro corrupto y fraudulento adversario con los ojos inyectados en sangre, como acostumbra desde su sempiterno, histórico y eterno segundo escalón del podio, prometía una reanudación temible para un campeón noqueado.
De hecho, no pudo empezar peor el segundo tiempo. Vini tuvo una cita con Kounde en su banda al que plantó en un momento dado para servir un delicioso centro al segundo palo que Rodrygo voleó con violencia contra la cruceta. Mal presagio. En la jugada inmediatamente posterior. un único pase lejano de los culés permitió de nuevo volar a Raphinha y hacer el quinto a los 47 minutos. Lucas y Tchou, ilocalizables. Tanto, que Ancelotti fue a buscar al gallego para sustituirlo por el bravo Raúl Asencio. Quitar a Aurelien, catastrófico esta noche, quizás supondría un plan de jubilación anticipado del francés. Fede, aguerrido e incombustible, el mejor en los peores momentos, ocupaba el lateral derecho. Pronto Ceballos sustituiría a Camavinga, particularmente demente bajo la estrellas sauditas.
Y cuando el Madrid caía irremisiblemente al abismo, de repente una esperanza.
Fue exactamente eso. Una esperanza, nada más. Bellingham, desaparecido en combate, ganó de cabeza y con rabia un balón en el centro del campo, que permitió a Mbappe, veloz, encarar mano a mano a Szczesny … y ser derribado por el polaco como último hombre. Roja directa evidente para el orbe salvo para Gil Manzano, el de los pitidos finales con balones aéreos bajo la luna de Valencia, que además tuvo los arrestos de amonestar a Kylian. VAR mediante se la tuvo que envainar y Szczesny se marchó a echar humo al vestuario. Goes se encargo de dar la bienvenida a su sustituto, Iñaki Peña, con un magistral libre directo.
5-2 a falta de media hora y un hombre más sobre el Al-Jawhara. Por un instante el milagro pareció posible. Sin embargo, quince minutos después nos acordamos de Lourdes. El Madrid no supo en ningún caso acorralar a un sereno Barcelona. Nada de nada.
Visto lo visto, y ante el riesgo de enajenación mental de Vini, con amarilla, Ancelotti lo cambiaba por Brahim, al tiempo que Fran García hacía lo propio por Mendy. Mucho milagro que esperar. La remontada o un mísero atisbo de ella, de un gol siquiera, una ocasión, ni llegó ni pudo tampoco esperarse dada la lastimera pinta de un equipo tocado. La expulsión de Szczesny -gracias- tuvo al menos la virtud de contener una goleada que hubiera podido ser germana en Maracaná.
En todo caso, el Madrid, que acumula sendos meneos ante Flick, sale herido de una Supercopa que supura podredumbre desde muchas aristas.
Pero, como diría Conan Rey, esa es otra historia.
Al menos Mbappe ha vuelto.