
La Galerna
·20 April 2025
1-0: Obús de Valverde al negreirato

In partnership with
Yahoo sportsLa Galerna
·20 April 2025
El Real Madrid, tras un gran segundo tiempo, se ha impuesto agónicamente al Athletic Club con un gol estratosférico de Valverde en el descuento.
El ambiente venía torcido a cuenta de la feísima eliminación ante el Arsenal y la infalibilidad futbolisticoarbitral del líder del campeonato, a la sazón club que sobornó al vicepresidente de los árbitros durante 17 años, que se sepa. El público, no obstante, dio de entrada su cara amable y comenzó recibiendo con indulgencia a los suyos, que formaban con un 442 clásico, con Camavinga y Valverde como laterales, Ceballos entre los centrocampistas, Bellingham en lo alto del rombo y los dos brasiniños (ya no tan niños) en la punta. Si el cambio de sistema se debía solo a la baja de Mbappé, y tras su retorno volveremos al infausto 4231 o no, es cuestión que se dilucidará en los próximos partidos.
Decíamos que el público daba su cara amable pero no tanto, pues algunos silbidos contra Vinícius se dejaban oír cuando el brasileño, en los primeros minutos, se mostraba como el atacante más incisivo. Hay dos tipos de imbéciles que venderían a Vini: los que simplemente lo venderían y los que lo harían “con un lacito”. Que vean su segundo tiempo de hoy.
El partido discurría en sus inicios por los derroteros aburridos de tantos partidos de la temporada, con un Atleti bien plantado, un Modric muy activo, un Vini con demasiadas ganas de reivindicarse y cero jugadas dignas de ser llamadas peligrosas. Munuera afanaba faltas a favor de los blancos con empeño digno de mejor causa, aunque "lo mejor" de su actuación estaba por llegar.
Aparte de esto, a los veinte minutos no había sucedido prácticamente nada, si exceptuamos los cánticos en honor a Asencio con cada uno de sus oportunos quites.
Poco a poco, Vini empezó a carburar, creando peligro por la izquierda pese a enfrentarse casi siempre a dos marcadores. A veces se iba por velocidad, a veces a punta de virguería. Era el único argumento ofensivo de los de Ancelotti, con un Rodrygo jugando la pelota con corrección en sus múltiples intervenciones pero irrelevante ofensivamente. Tampoco Bellingham aportaba casi nada. Eso sí: como manifestación de su enorme afán reivindicativo, Vini robó la pelota y regaló dos regates estratosféricos para luego tirar muy desviado.
Decíamos que Vini era el único argumento y mentíamos: el otro era bombear el balón como si fuéramos el Athletic, pero no este de ahora, sino el ochentero de Clemente. El actual, por su parte, no era capaz de crear más peligro que una incursión de Berenguer, abnegadamente desbaratada por Rodrygo en área propia. Entre los blancos no funcionaban ni Ceballos ni Modric ni Jude, con Tchouaméni, al menos, entonado en el robo de balón. Munuera decretó el final del primer tiempo antes del minuto 45, seguramente para compensar por los 8 minutos que otro negreiro había descontado en la víspera en Montjuic.
El Madrid inició los segundos 45 minutos con otros aires. Rodrygo intentó una rosca de las suyas, después de regalar en el área un regate muy característico, pero el balón salió rozando el poste. A renglón seguido, una arrancada brutal de Camavinga obligó a Simón a efectuar la primera parada de la noche. El Madrid embotellaba a los vascos dando mucha más sensación de peligro y forzando muchos córners. Lástima que el Madrid parezca haberse prohibido a sí mismo el crear peligro desde el saque de esquina. Carletto, en el intento de aprovechar el momento, introdujo en el campo a Endrick en lugar de un desacertado Ceballos.
Al borde de la hora de partido, un pase con el exterior de Vini (lo que ya es tan marca de la casa como de la casa Modric) fue cabeceado por Jude, dando lugar a una parada escandalosa de Unai Simón. El córner posterior lo remató fuera por poco el propio Bellingham. La diferencia con el primer tiempo era abismal, pero seguía contando horrores penetrar el cerrojazo vasco. Los disparos lejanos rebotaban en la empalizada de piernas, o en el exterior de la red, como el de Valverde.
Se iban los minutos y se iba la liga. Carletto mandó a Güler y Brahim que se quitaran el chándal. Salieron en lugar de Rodrygo y Modric. Vini marcó un golazo, pero un fuera de juego anterior de Endrick fue juzgado como que interfería. Munuera anuló el gol. Asombroso, pero la negreirada auténtica venía a renglón seguido, cuando no se pitó penalti sobre Bellingham por aquello de que “no es suficiente”. Ya lo creo que lo era.
La tuvo Bellingham después de controlar con el pecho, pero otra vez sin suerte. Chutó Valverde, obligando a Unai Simón a intervenir otra vez. Era el preámbulo de lo que se venía, el golazo salvador del uruguayo. La angustia se apoderaba de un Madrid que, por lo demás, jugaba muy bien ahora.
El premio llegaría en el descuento. Un regate fallido de Brahim acabó en los pies de Valverde, que soltó un voleón impresionante. El balón buscó la escuadra con la decisión y la legitimidad de quien aspira a prevalecer en la liga, cuando llegue la última jornada, sobre los tramposos.