Xabi Alonso se hartó y volvió al pasado con el Real Madrid | OneFootball

Xabi Alonso quiere revolucionar el juego del Real Madrid, y ayer fue el mejor ejemplo de lo que quiere hacer con sus jugadores. Ayer probó uno de los sistemas que mejor le ha funcionado con el Bayer Leverkusen, el de jugar con tres centrales, temido al plantarse, comprendido al visualizarlo. La primera media hora fue una exhibición blanca, controlando cada centímetro del campo, presionando y corriendo como aviones, como hacía años que no se veía al club de la capital, y con el compromiso de los once jugadores de campo.

Xabi Alonso involucra a todos

La primera medalla que hay que colgarle a Xabi Alonso en su tercer partido con el Real Madrid es lograr que los once jugadores de campo se involucraran en el trabajo colectivo, incluido a un Vinicius que ya sabe qué le va a tocar hacer a partir de ahora. La presión del Real Madrid en campo contrario, ordenada, con criterio, dio alas a un equipo que voló en los primeros 30 minutos de juego, hasta donde les dio el físico para aguantar un ritmo que ya no se recordaba en el equipo blanco.

El sistema con tres centrales –Tchouaméni entre Rudiger y Huijsem– liberaba por completo a los laterales, que presionaban muy arriba como si extremos se trataban, y junto a los tres hombres de centro del campo, Bellingham, Güler y Valverde, tejieron una tela de araña inquebrantable para los rivales. La presión comenzaba con Gonzalo -partidazo del chaval con golazo incluido- y con un Vinicius irreconocible en el trabajo con sus compañeros.

Los blancos robaron un sinfín de balones, y enlazaba jugadas rápidas, como aviones, unos con otros, a una velocidad vertiginosa, dejando completamente descolocado a un rival que se dejó el alma, pero que no era suficiente.

El propio Fran García, uno de los futbolistas más cuestionados de la actual plantilla, brilló en la banda izquierda, participando en el ataque blanco, recordando a los grandes laterales que ha tenido el Real Madrid hace no tanto.

El sistema de Xabi Alonso

Ya se habló a su llegada: en el Leverkusen apostó por un 5-3-2, y ayer lo probó con el Real Madrid. 5 defensas porque juega con tres centrales y dos laterales, pero el dibujo se parece más a un 3-5-2. Fran García y Alexander – Arnold vivieron más en campo contrario que en terreno propio, confeccionando una línea de 5 en el centro del campo. Tchouaméni era el tercer central, y rodeado de Huijsen y Rudiger, brilló, además de otorgarle al Madrid más claridad a la hora de jugar desde atrás. En ataque, las opciones estaban por todos lados, siempre había un apoyo, siempre había a quien darle el balón, con un Vinicius liberado, aunque entrando más por banda izquierda, y con un centro del campo que llegaba a posiciones de peligro por inercia y con espacios.

El primer gol llegó a la contra, con un pase excepcional de Bellingham por el carril del diez que dejó a Vinicius en un dos para dos con Gonzalo que resolvió el mismo con maestría, y el segundo llegó gracias a las presión blanca, provocando el error rival y dejando a Vinicius contra el portero y pisando el balón para regalarle el gol a un Valverde que vuelve a estar liberado para hacer lo que le dé la gana sin tener que preocuparse en la creación.

Güler fue el cerebro del equipo, sacó el balón con calidad y filtró grandes pases, sintiéndose muy a gusto en el nuevo rol, y apoyada por un Valverde que estaba por delante de él en ataque y por detrás en defensa. Es lo que busca Xabi Alonso, entender la virtud se sus jugadores para que las exploten y a su vez, que no tengan que mostrar sus defecto. Con el turco lo hizo.

La mano de Xabi Alonso se va notando, aunque hay mucho trabajo por pulir. El trabajo físico será una de las claves, el ritmo que puso el Real Madrid fue muy elevado hasta que hubo que empezar a ahorrar gasolina y quedan muchos automatismo por naturalizar, pero en este tercer partido, la imagen del Real Madrid ilusiona, y mucho.