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La Galerna

·1. Mai 2024

Senhor Vinícius y Herr Kroos

Artikelbild:Senhor Vinícius y Herr Kroos

Ha llegado el momento de que a Vini Jr. se le otorgue el tratamiento que merece y pasemos a llamarle senhor Vinícius —al parecer, en portugués se puede usar senhor con el nombre propio—, sin el Jr. detrás; Antonio Escohotado sostenía, antes de la eclosión mundial del brasileño, la teoría de que esa referencia a su padre en el nombre que luce en la camiseta suponía un lastre psicológico para él, un reflejo condicionado.

En Alemania, a González Blanco lo llamaban señor Raúl —no vamos a ponernos tiquismiquis con la trabucación entre don y señor, no tienen obligación de dominar nuestro idioma— y, aunque solo fuera por educada reciprocidad, en España deberíamos referirnos a Toni como Herr Kroos, según lo llamó Andrés Torres en su crónica ayer. (No descarto cometer yo también algún error en este artículo con los tratamientos en portugués y alemán).


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Ambos, senhor Vinícius y Herr Kroos, fueron los protagonistas anoche del duelo europeo por antonomasia, el Bayern de Múnich-Real Madrid, encuentro que como saben acabó con empate a dos.

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El equipo de Tuchel comenzó el partido como una cosechadora cuyo cilindro rotatorio engullía sin piedad las espigas blancas, si bien las ocasiones no eran excesivamente claras, con la salvedad de una de Sané tras pared con Kane que desbarató con el pie un Lunin con más reflejos que una fábrica de espejos. El Madrid daba la sensación de haber entrado en el partido con menos tensión de la exigida por una semifinal de Champions. Más en Alemania y más frente al Bayern.

Entonces tomó la palabra Herr Kroos, y pareció reprender a sus compañeros con un «¿Qué diantres pasa aquí? ¡Espabilad, que somos el Madrid! Tchou, dame el balón a mí y ponte a ayudar en otras tareas». Probablemente no emplease el vocablo «diantres», pero es preferible utilizar un término más butragueñesco dado que hoy es festivo y pueden estar leyendo el artículo los niños.

Es hora de otorgar a vini Jr. el tratamiento que merece, senhor Vinícius, y de referirmos a Toni como Herr Kroos

Herr Kroos agarró por la camiseta a un Madrid que se estaba hundiendo en el Allianz Arena, le sacó la cabeza del agua, lo monto en una tabla y comenzaron a surfear sobre el césped. Cuando Toni tiene el balón ejerce una repulsión magnética de miedo y respeto sobre los rivales, que se apartan del mismo modo que la grasa lo hace cuando le cae una gota de Fairy. Kroos mandaba más que una mamma italiana y consiguió revertir la situación de acoso del Bayern.

Tuchel había comentado en la previa que los goles del Madrid son imprevisibles, que te marcan como una notificación de Hacienda entregada por una víbora, rebobinas unos segundos y no eres capaz de prever que la jugada acabará en un tanto blanco. Esto es cierto salvo para senhor Vinícius y Herr Kroos.

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El alemán, con una comprensión del juego superior, vio el tablero de ajedrez desde la cima de un volcán, predijo los movimientos propios y de los rivales, y señaló al brasileño hacia dónde tenía que ir. Allí le colocó el balón en un hueco que solo vieron ambos, para que senhor Vinícius definiese a un toque frente a Neuer. No le descentró ni siquiera la estrafalaria indumentaria del excelente meta germano.

El Madrid había marcado cuando era más probable que lo hiciera el Bayern y volvía a sentirse a gusto jugando al fútbol en Alemania. Pero el Bayern es como un volcán dormido, si paseas alegremente alrededor de su cráter puede despertar en un instante y sepultarte con una lava de goles.

Cuando Toni tiene el balón ejerce una repulsión magnética de miedo y respeto sobre los rivales, que se apartan del mismo modo que la grasa lo hace cuando le cae una gota de Fairy

Ocurrió tras el descanso y tras las modificaciones introducidas por Tuchel. En un parpadeo, el Bayern le había dado la vuelta al resultado. Ahora eran los alemanes quienes habían anotado, y dos veces, cuando parecía más probable que lo hiciese el rival. Como dijo Jesús Bengoechea en Twitter, «se nos parecen tanto que asusta».

Para desesperación de propios, Ancelotti retiró a Kroos, con tarjeta, e introdujo a Modric. El pesimismo inundó el vinagrismo, valga la redundancia. Pero de nuevo el Madrid se empeñó en llevar la contraria a los suyos y acabó empatando el partido gracias a otro gol de Vinícius tras penalti claro sobre Rodrygo. Antes había estado a punto de anotar a pase magistral de Modric.

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Vinícius volvió a ser diferencial en Europa y van… no sé las veces, la verdad, lo dejo para los amantes de las estadísticas, pero circulan varias por Twitter que deberían hacer recluirse en un convento y tirar la llave a un volcán a aquellos que se mofaban de él.

El Madrid, pese al inicial dominio del Bayern y su reacción en el segundo tiempo, siempre dio la sensación de tener reserva de acelerador para pisar si era necesario. Los alemanes son un equipo peligroso y, aunque su defensa flaquee, son capaces de ganar en el Bernabéu, pero no olvidemos que el Madrid también, y un empate a dos no es en absoluto un mal resultado para encarar la vuelta y lograr el billete a Wembley.

Daniel García Vila recuerda en su artículo de hoy aquella época en la cual ir al país germano para el Madrid era una tortura, y también aquella frase de que el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y gana siempre Alemania. Los tiempos cambian, el miedo atávico que infundían los germanos se ha diluido y cabe un matiz a la frase: el fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y donde manda siempre Herr Kroos.

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