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La Galerna
·16. Februar 2025
La hipocresía del CTA
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·16. Februar 2025
Resulta más complicado que nunca meter mi sangre en el congelador para escribir estas líneas sin que se escurra ningún improperio contra el colectivo arbitral desde lo más profundo de mi teclado, por lo que no pecaré de arrojo prometiéndoles total asepsia en este texto.
La que libran Real Madrid y CTA no es precisamente una de las Secret Wars de Marvel, sino una que se lucha a plena luz del día ante los ojos de cualquiera que quiera asomarse a su balcón. El descontento del CTA con el Real Madrid es notorio y, a raíz de la viralización de los vídeos de la televisión del club y valiéndose de ellos como excusa, también público. Tras la penúltima prevaricación del estamento arbitral, cuando no se expulsó al españolista Carlos Romero por su escalofriante entrada a Kylian Mbappé, y la solicitud del Real Madrid al CTA de los audios del VAR de dicha jugada, la tomadura de pelo que utilizó el presidente del estamento arbitral fue sugerir que los pidiéramos por favor y acudió al Chiringuito a soltar perlas como esta:
Me va a disculpar el ignífugo presidente arbitral que le corrija, pero si algo ha demostrado el arbitraje español, más allá de lo malos que son sus trencillas, que no deja de ser algo subjetivo, es que es corrupto. Desde el momento en que entra en la vicepresidencia del estamento un señor que cobra de uno de los clubes de la liga y permanece en su puesto hasta 2018 aumentando progresivamente sus emolumentos.
Tampoco los colegiados actuales han ocultado su animadversión hacia el club blanco, más allá de los arbitrajes perpetrados contra el Real Madrid, que como digo no dejan de ser subjetivos. Actualmente, la relación es tan nefasta que los árbitros se niegan a recibir la clásica bolsa con regalos de cortesía con la que se viene obsequiando a los trencillas desde tiempos inmemoriales
Esta decisión tendría su aquel si no fuera porque, según ellos mismos hace un año, la hostilidad de la televisión del club no les influye en absoluto dado su excelso nivel de profesionalidad y personalidad. Palabra de Soto Grado y también de Martínez Munuera, que secundó las de su compañero.
Antes de continuar con las siguientes palabras de Soto Grado en esta entrevista, me gustaría proponerles un pequeño ejercicio. Imagínense que podemos confiar en la honestidad del colectivo arbitral.
No, no, no. En serio, no se rían. Imagínenselo.
El arbitraje español es corrupto desde el momento en que entra en la vicepresidencia del estamento un señor que cobra de uno de los clubes de la liga y permanece en su puesto hasta 2018 aumentando progresivamente sus emolumentos
Imaginen que viviéramos en un fútbol en el que, cuando estalló el mayor caso de corrupción de la historia del deporte, salpicando de lleno a estos colegiados, los mismos hubieran salido en masa a denunciar lo que estaba sucediendo y a reconocer la corrupción en la que se veían obligados a participar para mantenerse en el puesto de un estamento gobernado por un régimen de terror, en lugar de escudarse públicamente en lo que pillara más a mano cada uno, mintiendo categóricamente al afirmar que el vicepresidente del CTA no pintaba nada.
Si esto hubiera sucedido, podríamos confiar un poco en los árbitros españoles y empatizar con ellos por la situación vivida. Si esto hubiese ocurrido, no catalogaría de hipocresía el sentir de los árbitros que se refleja en esta respuesta.
Soto Grado tendría razón al considerar que el hecho de que Negreira fuera corrupto no implica que el resto de miembros del CTA lo sean. Suponiendo que vivimos en esa utopía en la que la honorabilidad de los colegiados no está en entredicho, César tendría todo el derecho del mundo de demandar que no le juzguen a él por los delitos de otro miembro del mismo colectivo. Y he aquí donde radica la hipocresía de un colectivo que se siente atacado por la televisión del Real Madrid o por la carta del club y lo pagan semana tras semana con los jugadores del equipo blanco, que no pueden tener menos culpa de esta guerra.
Los árbitros, esos seres de luz incorruptibles que exigen poder trabajar con la tranquilidad que demanda su puesto laboral, no conceden el mismo crédito a los trabajadores que están verdaderamente pagando su sueldo. Porque sean honestos por una vez en su vida, colegiados: sin jugadores como Mbappé, Bellingham o Vinícius, a los que expulsan a la mínima que tienen oportunidad y a los que se pasan los partidos ignorando las faltas de tarjeta que reciben, los embates sin balón de por medio que sufren e incluso las agresiones que los rivales saben que pueden proporcionarles impunemente, esta liga tendría mucha menos repercusión mediática y, en consecuencia, recibiría un significativamente menor empujón económico.
Munuera Montero fue capaz de distinguir un “fuck you” en lugar del “fuck off” que realmente profirió Bellingham con el sonido ambiente del estadio El Sadar y no captó los gritos de “Vinícius, muérete” o “Asencio, muérete” que cantaba parte de la grada rojilla
A falta de evidencia científica que lo certifique, me aventuro a apuntar que debe de existir una correlación entre esta hipocresía arbitral y el sentido del oído, pues resulta curioso comprobar cómo el colegiado Munuera Montero fue capaz de distinguir, con relativo éxito, un “fuck you” en lugar del “fuck off” que realmente profirió Bellingham a varios metros de distancia con el sonido ambiente del estadio El Sadar repleto como estaba y, en cambio, y ya es casualidad, su extraordinaria agudeza auditiva no le permitió captar los gritos de “Vinícius, muérete” o “Asencio, muérete” que cantaba parte de la grada rojilla.
Pero la hipocresía arbitral alcanza su máximo exponente cuando, supongo que por azares del destino, comparamos el trato exhibido por estos mismos colegiados ante los jugadores del club que tuvo en nómina al vicepresidente de este colectivo durante varios lustros cuando eran estos los que clamaban insultos reales dirigidos a los miembros del colectivo arbitral.
La alarmante falta de respeto de los colegiados hacia los jugadores del Real Madrid es sólo la última muestra de la putrefacción de un colectivo que, y ojalá me doliera decir esto, demuestra semana tras semana no merecer ni un ápice de credibilidad por parte de los aficionados.
Un día proclaman con orgullo su profesionalidad y su indiferencia ante los vídeos de RMTV y al siguiente se victimizan no recogiendo una simple bolsita de pins alegando hostilidad contra ellos. Afirman que nadie influye en ellos, pero tras una carta del club blanco que ha desembocado en una guerra abierta entre CTA, RFEF, Liga y Real Madrid, la respuesta de los árbitros ha sido ir con todo a perjudicar deportivamente al equipo vikingo en cada partido, prevaricación mediante. Exigen un respeto y una empatía que ellos mismos son incapaces de ofrecer a los jugadores del Real Madrid, que desde el punto de vista expuesto anteriormente, están en una situación similar a la suya. Consejos vendo que para mí no tengo. Desgraciadamente, no vivimos en la utopía que mencioné en este texto y pedirle cuentas al colectivo resultaría tan absurdo como infructuoso. Tocará rezar para que la próxima vez que se destape la corrupción arbitral, aún existente, no tengamos la “mala suerte” de que ya haya prescrito.
Getty Images.