La actitud de Mauro Icardi durante la escandalosa merienda con sus hijas que indignó a Wanda Nara: “Es un miserable” | OneFootball

Yanina Latorre develó en su programa un nuevo detalle de una tarde en el Chateau Libertador en la que nada salió según lo planeado

El último viernes, el elegante lobby bar del exclusivo edificio Chateau Libertador, en donde Wanda Nara se encuentra viviendo, se transformó en escenario de un nuevo escándalo que sacudió el ambiente farandulero. Lo que comenzó como una merienda entre padre e hijos terminó, inesperadamente, en una controversia que volvió a poner en primer plano las tensiones entre la pareja.

Mauro Icardi llegó al coqueto salón junto a los tres varones de Wanda y a su hija mayor. La más pequeña prefirió quedarse en la tranquilidad del departamento, influida por su madre, según deslizó el propio futbolista. La mesa se colmó de dulzuras: pidieron tres jugos de naranja recién exprimidos, una limonada bien fría y un latte con la espuma perfecta. Para acompañar, se deleitaron con seis trufas tentadoras, una generosa porción de pasta frola, cuatro cookies, un alfajor de maicena y un alfacookie, sumando dulzura a una tarde que prometía calma.

La charla era distendida y, a simple vista, la postal del jugador y los menores transmitía armonía. Sin embargo, todo cambió cuando llegó la cuenta: casi 48 mil pesos, con el 10% de propina incluido.

Yanina Latorre

, desde su espacio en

Sálvese Quien Pueda

(América), no tardó en revelar el detalle que desató la indignación.

“El miserable de Icardi lo cargó a la 3603, se fue y no dejó ni propina ni pagó la cuenta, ¿no es un horror?”

, relató la conductora, señalando el accionar del deportista.

La prueba en la que se apoyaba para dar tal información fue nada más y nada menos que un ticket sin valor fiscal, en el que se detallaba el menú de la jornada, y que derivó en el estallido mediático.

Todo se había cargado, sin su consentimiento, a la cuenta de Wanda Nara

. El gesto, lejos de pasar inadvertido, generó malestar y comentarios dentro del círculo cercano a la empresaria.

Según Latorre, Wanda habría ofrecido su departamento para que Icardi pudiera ver a sus hijas, en cumplimiento de una decisión judicial dictada por el juez Hagopián. Sin embargo, el futbolista optó por encontrarse en el bar del edificio y compartir el encuentro con los chicos en un espacio más neutral, lejos de la intimidad del hogar.

La situación dejó al descubierto nuevas heridas en la relación y sumó un capítulo más a una historia marcada por idas y vueltas, protagonizada por dos figuras que no logran encontrar la ansiada paz.

El gesto de Wanda Nara hacia Mauro Icardi: un mate que despertó las alertas (Instagram)

Por caso, en los últimos días, la empresaria compartió fotos donde se observaba una bandeja repleta de mates y hubo uno que llamó la atención. En el borde de plata se leían los nombres de ambos grabados sobre el metal: “Wanda y Mauro”. Ese objeto, lejos de quedar relegado a un costado, ocupaba un lugar central en la imagen, sobre una mesa de madera, junto a otros artículos cotidianos. La presencia visible de ese objeto, en pleno proceso de divorcio, avivó la interpretación de que Wanda todavía marca el terreno alrededor del vínculo y del pasado compartido con Icardi.

La inclusión de ese objeto en el encuadre principal parece todo menos casual. Para muchos, funciona como un recordatorio sutil de la historia que los unió, y que sigue teniendo lugar tanto en la intimidad como ante la mirada de todos. En el contexto de una pareja famosa, donde toda decisión gana eco mediático, la elección de mantener visible ese mate puede entenderse como una forma de posicionar recuerdos y pertenencias en el espacio común que fue alguna vez compartido. Incluso, puede ser interpretado como un mensaje a la China Suárez, dando cuenta de que las vivencias con el futbolista todavía permanecen latentes.

El detalle no pasó inadvertido para quienes siguen el día a día de la mediática, sino que reavivó especulaciones en torno a la persistencia de gestos simbólicos y la dificultad de desatar completamente los lazos, incluso cuando el divorcio ya es tema judicial y de agenda pública.