
La Galerna
·27. Juni 2025
Despacho de ultramar (II)

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·27. Juni 2025
“Siempre que llovió, paró”, dice el dicho. No fue diferente la noche de anoche en la Ciudad de la Amistad en un partido que parece haber declarado finalizada la temporada de huracanes. Un Real Madrid en franca progresión llegó al campo convencido de que hay trabajo por hacer y, lo más importante, ganas de hacerlo. Si los místicos del fútbol siguen hablando de “sensaciones”, me parece que el partido contra el FC Red Bull Salzburg les serviría más que ningún otro para ejemplificar con decisiva claridad lo que quieren decir con sus alusiones metafísicas.
Es evidente, pues, que la abulia de los últimos meses va dando paso a un tramado solidario que rinde frutos y genera dulces expectativas entre una afición que —como no puede ni debe ser de otra manera— es “resultadista”. Los de Xabi muestran hoy una cohesión interna que debe acarrear éxitos inminentes, algo que en el club es más urgente que esas aguas lustrales cayendo sobre el Lincoln Financial Field de Filadelfia y que no pudieron apagar la convicción competitiva de un equipo renovado en ímpetus y empeños. Los cielos se abrieron sobre Pensilvania y la inconfundible voz nasal de don Florentino Pérez señaló al tolosarra como ese hijo amadísimo sobre el que ha depositado todas sus complacencias.
El partido comenzó con furias bien dirigidas y con una noción de intenciones perceptible en la unidad dinámica del equipo. Esto habla de gestión y liderazgo, de sentido y razón de ser: sensación, racionalidad y rumbo. Me sorprendió gratamente el trabajo colaborativo, la porfiada insistencia de una escuadra convencida de su superioridad, a pesar de que la falta de definición o el error en el último pase impidieron durante cuarenta largos minutos la más que justa recompensa del gol. Cuando se perdía el balón, los jugadores operaban desde el afán de recuperación, dando muestras de una coreografía muy bien ensayada, de un plan de navegación para llegar a buen puerto.
Desde mi casa no pasaba apuros emocionales ni tenía que lidiar, como tantas veces en los tiempos recientes, con la frustración de contemplar a un equipo menguado por la acedia. No fue así esta vez. En el minuto cuarenta un pase filtrado de Mr. Bellingham colocó a Vinícius en una posición de disputa con ventaja, lo que el brasileño no desaprovechó y tras deshacerse del defensa disparó con precisión serena desde el linde frontal del área, sacudiendo por fin las empapadas redes que dejaron caer un millón de gotas frescas sobre el mundo. En el minuto cuarenta y siete volverían a remecerse las cuerdas, esta vez gracias a las prestidigitaciones de Vini quien, convertido en bailarín y mediando la perspicacia de un “taquito”, abrió para Valverde las puertas del paraíso; con ello el siete demostraba tener ojos en la nuca y el ocho que puede meter goles y golazos. En el campo de juego o en el de la vida, que no se olvide nunca, la paciencia siempre recompensa a los que esperan trabajando: ora et labora.
En el campo de juego o en el de la vida, que no se olvide nunca, la paciencia siempre recompensa a los que esperan trabajando: ora et labora
En la segunda mitad la intensidad dio paso al control, aunque hacia el final del partido volvieron a aparecer algunos espíritus inmundos que resisten los latines del Rituale Romanum: la proverbial autosuficiencia madridista que impide el machacamiento del odiado rival y que ha suscitado más de algún susto innecesario. Esta vez la moneda cayó de nuestro lado, por eso los jugadores pudieron mantener la meta a cero, muy a pesar de que ocasiones bobas no faltaron: amontonamientos de patio de colegio en nuestra área pequeña, patadas desesperadas y mutuas miraditas de recriminación una vez salvado el embrollo.
De nuestra parte estaba también la inoperancia del rival, mellado por el resultado y por el reconocimiento de sus propias limitaciones. Hacia el epílogo de la contienda, la insistencia de un Gonzalo disfrazado de Benzema dio frutos: gana una disputa en zona de seguridad del Salzburg y encara el arco contrario donde un portero se hace ancho pero no alto, lo que el canterano aprovecha para “picar” el balón, superando al guardameta con el emblemático tiro parabólico de una jugada que reclama inteligencia, sangre fría y pericia futbolera. Por tercera vez el tablero se movía abonando un último tanto a nuestra cuenta. El resto fue esperar a que sonara el silbato.
Destaco a un Jude Bellingham en el mediocampo, ubicado (tal como lo anticipara Alonso) en una posición algo más retrasada, participando de la construcción del equilibrio y comprometido con las transiciones; es una pena que tenga que separarse del equipo para atender con la mediación del siempre odioso bisturí las dolencias de su hombro izquierdo, una monserga que lo ha atenazado desde el ya remoto noviembre de 2023 y que ha mermado el desempeño de un jugador superlativo. Subrayo además otro nombre propio: Arda Güler, que fue de más a menos, es verdad, pero que supo hacerse por momentos con los deberes de la confección del juego. No le queda grande la encomienda, aunque solo el tiempo podrá afirmar o echar por tierra estas cosas que digo. Tengo la sensación de que su languidez le juega por momentos en contra cuando media una disputa de balón y en casi la totalidad de las ocasiones sale despedido por los aires. Veremos, ya lo veremos.
El Real Madrid de Xabi Alonso va tomando forma rápidamente y no contradice a sus apologetas. Es eficiente, bien tramado, raudo y vertical, aplomado en una defensa de tres y laterales expeditivos; posee un medio del campo versátil y, lo más importante, parece ir consiguiendo un compromiso colaborativo fundamental para alcanzar nuevas y más dulces glorias. “Eneryía” es lo que decía eufemísticamente un señor que pasó por aquí hace poco. Pues eso precisamente es lo que parece irse consolidando, el empuje y la convicción como elemento esencial y sin el cual ninguna estrategia es capaz de alzar el vuelo. Como suele suceder en estas competiciones, se aprieta la llave y la demanda se amplifica. Veremos hasta dónde puede llegar un equipo que apenas empieza a trabajar y me atrevo a pedir paciencia, como ya lo he escrito antes en estas páginas, porque sin paciencia no hay triunfos: es la inversión requerida para obtener beneficios. Solo a un tonto se le ocurriría esperar cosechar ahí donde no se ha sembrado.
Veremos hasta dónde puede llegar un equipo que apenas empieza a trabajar y me atrevo a pedir paciencia, como ya lo he escrito antes en estas páginas, porque sin paciencia no hay triunfos: es la inversión requerida para obtener beneficios. Solo a un tonto se le ocurriría esperar cosechar ahí donde no se ha sembrado
Nota Bene: Imagino que a estas horas el Atlético de Madrid se encuentra en casa y sus jugadores gozarán ya de unas muy merecidas vacaciones después de su brillante participación en el Mundial de Clubes de la FIFA 2025. Sin embargo, sufro pensando en Llorente, que debe estar padeciendo horrores con las inclemencias estivales. Después del partido contra el PSG —celebrado en Los Ángeles y no en el Desierto de Gobi— se quejó de unas supuestas temperaturas calcinantes que le fastidiaron los deditos de los pies durante dicho encuentro, en donde casualmente fueron vapuleados de modo inapelable. El Cholo Simeone denunció igualmente semejante “abuso” climatológico. Ese día (15 de junio de 2025), el mercurio registró en Madrid una temperatura cinco grados centígrados más elevada que en Los Ángeles. Es lo que tienen las malditas excusas, Marcos, que no se sostienen por ninguna parte.
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