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·6. Juni 2025
Alcaraz quiere el bicampeonato

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El murciano avanza hacia su segunda final en Roland Garros tras derrotar (4-6/7-6/6-0/2-0 ret) a un Musetti que no pudo terminar el partido por lesión. El domingo, Carlitos peleará por su quinto título de Grand Slam.
Qué difícil es ganar un Grand Slam. Y sobre todo, qué difícil es ganar Roland Garros. La exigencia física, tenística y mental a la que te somete el Major francés es altísima. Y si no, que se lo digan a Lorenzo Musetti. El italiano exhibió todo su repertorio durante dos horas y terminó claudicando ante el empuje de Alcaraz y, porque no decirlo, también a los problemas físicos. Mientras tanto, Carlitos, que sigue de dulce en esta gira de arcilla (21-1), disputará su segunda final en el Bois de Boulogne, la quinta en torneos de Grand Slam. Ya es el quinto tenista de La Armada, solo superado por Rafa Nadal (30), que más finales acumula en Majors. Todo eso con 22 años.
La puesta en escena de Lorenzo Musetti sorprendió a propios y extraños. Valiente, decidido, batallador. El tenista de Carrara asumió las riendas del encuentro e hizo gala de su enorme talento para desesperar a un frustrado Alcaraz. El primer parcial fue suyo, porque entendió mejor lo que pedía el duelo: cambios de altura, de velocidad y una gran inteligencia táctica. Durante muchos minutos, el pupilo de Simome Tartarini bordó el tenis y, aprovechó a la perfección los nervios de Charly, para ponerse por delante en el marcador.
La película no modificó su guion en la segunda manga. Alcaraz sudaba la gota gorda para sacar adelante cada turno de saque (41% de primeros en el primer set) y Musetti seguía en sus trece, concentrado y aplicado. Simplemente, no había manera de echarle las garras encima al transalpino. Sabiendo esperar su momento, el ganador de cuatro grandes aguantó el chaparrón y tiró de casta para mantener la igualdad en el electrónico. Remando, remando y remando, Carlos llegó a la orilla, o lo que es lo mismo, al tie-break.
Carlos Alcaraz aplaude a Musetti a su salida de la Philippe Chatrier | Imagen: Getty Images.
Alejado de las sensaciones reconfortantes, Alcaraz echó mano de los intangibles para firmar un desempate antológico. Empató la semifinal echando mano al famoso lema de su abuelo: cabeza, corazón y cojones. La pérdida de la muerte súbita trastocó los planes de Musetti, que pronto vio cómo los problemas físicos, como ya le ocurrió en la final de Montecarlo, le hicieron mella. Trató de finalizar el encuentro, más por vergüenza torera que por otra cosa, pero finalmente sucumbió ante ese mal que persigue a todo deportista. Una pena porque la batalla había cogido tintes épicos.
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